A Pedro Manzano y a José Luis Gómez Villa (IAPH) por devolvernos la Esperanza
Ayer Lunes 8 de Diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, fue un día especial, muy especial, para la Ciudad de Sevilla. Ayer se repuso al Culto la venerada imagen de la Esperanza Macarena. Fue un reencuentro largamente esperado y que después de unos meses de incertidumbre pudimos apreciar que “bien está lo que bien acaba”. La Macarena ha vuelto y lo hace con toda su belleza y esplendor. Pedro Manzano, con el asesoramiento del IAPH, han conseguido devolverle a Sevilla lo que representa para el mundo su rostro más universal y reconocible: la cara de la Esperanza Macarena.
Dicen y puede que hasta sea verdad que “la cara es el espejo del alma”. Por estos lares ese espejo donde nos miramos extasiados y al que recurrimos cuando la tormenta de la vida arrecia se llama Esperanza y se apellida Macarena. La vida sin la Esperanza se nos muestra huérfana de contenido y prisionera incondicional de la incertidumbre. Cuando ya en la vida no esperamos nada y, en clave machadiana, ya de nada nos vale rezar siempre tendremos como ultimo refugio los ojos de la Macarena. Un oasis en el desierto de la existencia humana donde la belleza y la pena se conjugan en una armoniosa síntesis sevillana. Tiene sentido que no sepamos con certeza la autoría de esta portentosa imagen pues una cara tan divina solo pudo ser esculpida por los ángeles del Cielo. Todo siempre contextualizado entre la historia y la leyenda. Así es Sevilla.
Quede en las manos de su Junta Gobierno los oportunos movimiento judiciales que consideren oportunos ante la tropelía que cometieron en la cara de la Macarena. Ya todo da igual ante su divina presencia y, eso si, debía servir este doloroso proceso como algo que bajo ningún concepto puede volver a repetirse. La Macarena ha vuelto y esa es la noticia que debe resultarnos más importante. Todo lo demás pasa a un segundo plano. Esta Ciudad de nuestros amores y desvelos vive actualmente un serio deterioro identitario bajo la influencia de un turismo masivo y descontrolado. Aquí ya nadie conoce a nadie y todo se mueve en clave mercantilista. La incompetencia y la dejadez toman asiento en muchas poltronas de políticos movidos únicamente por sus intereses personales.
Los Hijos de la Judería sevillana siempre supimos que para llegar al Arco de todos los arcos debemos caminar por el callejero sevillano en línea recta. Alhóndiga, Bustos Tavera y San Luis son las calles que a modo de amorosas sendas nos llevan ante la presencia de la Esperanza Macarena. En Sevilla la vida es un paseo permanente que siempre hace deambular a las generaciones pasadas, presentes y futuras a la búsqueda de los siempre perdidos paraísos de la infancia. La Esperanza como refugio donde poder tomar resuello ante los avatares de la existencia humana. Y Dios en la ultima playa.
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