Este pasado
domingo se celebró el por ahora último Derbi sevillano. Lo ganó el Real Betis que en la actualidad
atraviesa una estabilidad institucional y un crecimiento deportivo muy
diferente a lo que está pasando en el Sevilla. Los Equipos de Fútbol se mueven entre buenas y
malas etapas. La diferencia es que los Equipos
más poderosos consideran una mala etapa el no ganar títulos. Mientras que los menos pudientes en horas de
vacas flacas pueden hasta perder la categoría. Dicen que los Derbis se ganan con la cabeza
fría y el corazón caliente. Si se
alteran estos conceptos es más que previsible que aparezcan las derrotas. En la actualidad se llama Derbi a cualquier
enfrentamiento pero la realidad futbolera nos demuestra de manera fehaciente
que Derbi, lo que se dice Derbi, son los Boca-River y fundamentalmente los Sevilla-Betis /
Betis-Sevilla. En este día “señalaíto” la Ciudad es un hervidero de pasiones donde
hasta se interesan por el partido aquellos que no saben distinguir un córner de
un penalti. En los días previos y
posteriores al partido los medios locales cubren muchas horas y páginas con el antes
y el después de este acontecimiento futbolero, social y sentimental. Todo
se mueve en un carrusel de tópicos que a la corta o a la larga poco o nada
aportan a la Ciudad. Siempre nos dicen que los Derbis nunca tienen favoritos
cuando la Historia nos dice que, casi siempre, los suelen ganar quienes mejores jugadores
ponen sobre el Campo. También es muy
importante que sobre el césped estén algunos canteranos. Ellos saben mejor que
nadie lo que estos partidos significan para el disfrute o pesadumbre de las dos
aficiones locales. Afortunadamente la sangre nunca llega al río aunque se
empeñen empecinadamente de lo contrario un número determinado de descerebrados (donde por desgracia se incluyen
aficionados, futbolistas, directivos, entrenadores e incluso algún “periodista”
de pacotilla). Incendiarios sociales de
manual que se niegan a pasar desapercibidos.
Después del
Partido se observa como la Ciudad se va desperezando de un sueño que para
algunos resulta placentero y para otros una pesadilla y todo, poco a poco, va
tendiendo a la normalidad. Los que han perdido recurrirán a ese penalti
no señalado; a ese fuera de juego no pitado o a ese nefasto arbitraje. Los que lo han ganado solo lamentarán no
haber metido más goles. Quien no se conforma es por no querer pues el
muestrario es amplio y variopinto. Sociológicamente no deja de ser un
ejercicio de vertebración social y de
afianzamiento de la Tribu a la que pertenecemos. Poder ver un Sevilla-Betis en compañía de tus hijas, tus nietos y el aporte de algunos agregados que no
necesariamente comparten nuestros sentires verdiblancos nos resulta altamente
placentero. La clave está en tomar esto como una Fiesta y nunca como
una Guerra. Que nuestros herederos
sentimentales aprendan que el Fútbol es
como la vida. Una veces se gana y otras
se pierde y hay que aprender a gestionar racionalmente ambas situaciones. Las tradiciones heredadas de nuestros mayores
nos ennoblecen y somos responsables de transmitirlas a quienes nos preceden en
nuestro ya frondoso Árbol Genealógico. Nada
nuevo bajo el sol y ya quedamos
emplazados hasta el próximo Derbi. Dice Jorge Valdano que “el Fútbol es lo más importante
de entre las cosas menos importantes”. La
pasión futbolera según Sevilla o el rito de lo insustancial convertido en pura
leyenda.