Ignoro casí todo sobre él. Debe tener una edad muy pareja a la mía. Posiblemente viva en un zona céntrica. Lo que es seguro es que – al igual que yo- se ha criado en ella. En el lento transcurrir del año sevillano (aquí solo corren la Cuaresma, la Semana Santa y los precios) lo veo en contadísimas ocasiones y siempre nos cruzamos como almas que lleva el diablo. Bien huyendo del atosigante solano veraniego o camuflados en abrigos y bufandas paliando los rigores invernales. Pero cuando aparece la Cuaresma la cosa cambia radicalmente. Desde hace muchos años en estos días lo veo por todas partes. En triduos, quinarios o novenas. En besapiés o besamanos de imágenes en hermandades varias, pero eso sí todas ubicadas en el Centro. Parado absorto mirando como montan la rampla del Salvador. Observando como se bambolea el capirote que en la calle Alcaicería tiene colgado la Antigua Casa Rodríguez. Viendo curioso el montaje de los palcos en la Plaza de San Francisco. En el ensayo de alguna cuadrilla de costaleros. Su andar solitario –pero nunca en soledad- es parsimonioso y sus paradas se llenan con el gozo de la contemplación. Disfruta con lo que vé porque sabe lo que está viendo. Insisto, ignoro quien es, a que se dedica y solamente se en que emplea parte de su tiempo libre: en rendirle pleitesía a una Sevilla pletórica de emociones y sensaciones compartidas. Al coincidir tantos años en el periodo cuaresmal hemos llegado a intercambianos un cordial pero escueto saludo cuando nos vemos. Lo curioso es que luego en Semana Santa desaparece de mi espacio vivencial como por arte de magia. ¿Saldrá cada día de la Semana en una Hermandad distinta?. ¿Tendrá silla en la Campana o en la Plaza Virgen de los Reyes?. Sinceramente ni lo creo ni me lo imagino. ¿Sentado en Semana Santa descansando de la Cuaresma este andarín sevillano?. Vamos ni de coña.
La ultima vez que coincidimos fue en la excelente exposición del Circulo Mercantil organizada por la Hermandad de Monte-Sión. Estuve tentado de saludarlo y cambiar impresiones con él sobre tan magnifica muestra cofrade. Pero, ¿para qué?. Al hacerlo rompería una “no” relación de amistad de muchos años. Las situaciones que se dan en los días cuaresmales sevillanos son inmutables y sagradas. Todos juntos pero no revueltos. Cada uno en su mundo que la Cuaresma es la suma de todos ellos. Cambian casi siempre las formas pero no el fondo. Son días de nerviosera e ilusiones de complicidad por lo que está por llegar. Te encuentras a un amigo y cuanto te dice….”ojú, que poquito queda ya”, sabes de sobras a que se refiere. Hasta las sentidas ausencias son asumidas por la fuerza del mágico entorno que nos rodea. Son dulces tiempos de espera hacia un Domingo de Ramos que de nuevo sacara al niño que todos –o casi todos- llevamos dentro. Pero para ese momento todavía queda mucho. Hay que patearse la Ciudad como mi “colega”, de manera pausada y empapándose en cada momento del zumo de la vida. Debemos vivirla siempre como si fuera la última. Luego, cuando ya recluidos en sus templos contemplemos los pasos arriados, veremos al Hijo de Dios y a su bendita Madre radiantes pero con síntomas de cansancio. Cirios consumidos de tanto llorar lágrimas de cera y flores que poco a poco se marchitan añorando su esplendor por calles y plazuelas.
En nuestras relaciones personales, estamos subiendo continuamente a conocidos al escalón de amigos y viceversa. Dejemos pues a este viandante de la Cuaresma en su justo sitio. Solitario y pletórico de vida sevillana. Espero –y deseo- verlo muchisimas cuaresmas más. Será signo evidente de que los dos andamos todavía deambulando por esta Tierra de María Santisima. Bastará un simple “hola” para saber que seguimos vivos y difrutando entrelazados -por la Ciudad- la soñada Cuaresma. Dios así lo quiera.
La ultima vez que coincidimos fue en la excelente exposición del Circulo Mercantil organizada por la Hermandad de Monte-Sión. Estuve tentado de saludarlo y cambiar impresiones con él sobre tan magnifica muestra cofrade. Pero, ¿para qué?. Al hacerlo rompería una “no” relación de amistad de muchos años. Las situaciones que se dan en los días cuaresmales sevillanos son inmutables y sagradas. Todos juntos pero no revueltos. Cada uno en su mundo que la Cuaresma es la suma de todos ellos. Cambian casi siempre las formas pero no el fondo. Son días de nerviosera e ilusiones de complicidad por lo que está por llegar. Te encuentras a un amigo y cuanto te dice….”ojú, que poquito queda ya”, sabes de sobras a que se refiere. Hasta las sentidas ausencias son asumidas por la fuerza del mágico entorno que nos rodea. Son dulces tiempos de espera hacia un Domingo de Ramos que de nuevo sacara al niño que todos –o casi todos- llevamos dentro. Pero para ese momento todavía queda mucho. Hay que patearse la Ciudad como mi “colega”, de manera pausada y empapándose en cada momento del zumo de la vida. Debemos vivirla siempre como si fuera la última. Luego, cuando ya recluidos en sus templos contemplemos los pasos arriados, veremos al Hijo de Dios y a su bendita Madre radiantes pero con síntomas de cansancio. Cirios consumidos de tanto llorar lágrimas de cera y flores que poco a poco se marchitan añorando su esplendor por calles y plazuelas.
En nuestras relaciones personales, estamos subiendo continuamente a conocidos al escalón de amigos y viceversa. Dejemos pues a este viandante de la Cuaresma en su justo sitio. Solitario y pletórico de vida sevillana. Espero –y deseo- verlo muchisimas cuaresmas más. Será signo evidente de que los dos andamos todavía deambulando por esta Tierra de María Santisima. Bastará un simple “hola” para saber que seguimos vivos y difrutando entrelazados -por la Ciudad- la soñada Cuaresma. Dios así lo quiera.
Ojú amigo, cada día somos más los extraños que nos consideramos amigos sin conocernos.
ResponderEliminarYo tengo un amigo, al que igual me he encontrado muchas veces, pero no sé quien es. El otro día, anecdoticamente, llamó a una de sus Hermandades para preguntar cuando podría cumplir con el rito de sacar la papeleta de sitio ya que no había recibido el boletín. El que lo atendía por teléfono trató de ser consiso y concreto aunque amable, pues llevaba varias cosas a la vez para adelante gracias a Dios en estas fechas se multiplica el trabajo, y le comentó: "ya he hablado con F... M..... hace un rato de ésto pero no puedo abrir el PDF que me ha enviado por e-mail", en ese momento el que le atendía preguntó: ¿quien eres?, pues F... M... soy yo.
Era la primera vez, creo, que hablábamos por teléfono, nunca nos hemos visto en persona pero es inmensa la cantidad de cosas que nos unen y compartimos: un barrio; no, perdón, uno no, dos pues yo también viví en Pino Montano y allí nacierón mis tres hijos; ideas; formas de actuación; AMIGOS COMUNES; buenos sentimientos y lo principal entre otras muchas cosas: UNA HERMANDAD, UN SEÑOR Y UNA MADRE.
Cuando llegues a sacar tu papeleta, en este caso la de tu hija, estaré contento de darte un abrazo pero tampoco lo necesito pues sé que tengo un amigo al que no me hace falta saludar ni conocer para saber que está ahí si alguna vez lo necesito.
¡Ole la gente buena, miarma! Vamonos siempre de frente.
Un abrazo Juan Luis.