viernes, 10 de julio de 2009

El chabolismo en Sevilla: ¿Lacra social o vergüenza colectiva?

Cuando el siglo XXI camina imparable hacia concluir su primera decada y los avances tecnológicos superan con creces las previsiones de escritores de la talla de Julio Verne o Isaac Asimov, es difícil digerir que a estas alturas se den situaciones tercermundistas en países desarrollados. Es, utilizando un término benevolente, cuando menos aberrante.

Uno de los males endémicos de algunas grandes ciudades es el chabolismo. Siempre en vías de solución (sobre todo en las elecciones municipales) y siempre aparcado despues con toda su carga de miseria. Primero, la de los que la padecen y segundo, quienes tienen la responsabilidad política y social de solucionarlo.

Centrándonos en el chabolismo en Sevilla podemos distinguir en la actualidad dos tipos de asentamiento. Primero, aquellos que se generan espontáneamente y que se solucionan no siempre de la mejor de las maneras posibles. Citemos como ejemplo un caso que levantó en su día una gran indignación en la Ciudad: el de Los Bermejales. Donde para poder disponer del suelo hubo que pagar a los chabolistas como si de una expropiación legal se tratara. Se les dieron miles de euros en bolsas de basura. Aquello fue uno de las actos mas escandalosos desde la instauración de la Democracia en Sevilla. Lógicamente nadie se responsabilizó de tal despropósito. Se reconoció que había sido un error (¿de cuantos millones para los bolsillos de los contribuyentes?) y no hubo necesidad de que nadie dimitiera ni por supuesto que “nuestro”Alcalde tomara cartas en el asunto. ¡Hasta ahí podíamos llegar¡ . El final de esta triste historia (todavía en vías de solución) es que los chabolistas con el dinero que tan generosamente -y de forma inútil- les entregó nuestro Ayuntamiento se compraron pisos en las Tres Mil Viviendas. Evidentemente al margen de cualquier regulación de compra-venta establecida legalmente. Lo que aconteció despues es de sobras conocido: varias familias enfrentadas a tiro limpio en las Tres Mil, ocasionando la muerte de un joven de diecisete años. La familia de este muchacho clamaba venganza y la de los “caracoleños”(antiguos chabolistas de Los Bermejales) pusieron tierra por medio. Así que vuelta a empezar: ya están de nuevo“ubicados”en chabolas de quita y pon. Ancianos y niños, fundamentalmente, viviendo en unas condiciones infrahumanas, sin que la Junta o el Ayuntamiento sepan que solución darle a este gravísimo y sangrante problema. Vivimos en un Estado de Derecho secuestrado y el que clanes de etnia gitana marquen las pautas de convivencia son clarificadoras al respecto.

En el segundo tipo de chabolismo podiamos citar a aquellos que como El Vacie camina imparable hasta su primer centenario. ¿Para cuando una solución definitiva¿. Se comentó que para la Expo del 92 el tema estaría resuelto para no dar una mala imagen al numeroso grupo de visitantes en la Ciudad. Nada de nada, y de aquel evento ya han pasado diecisiete años. Pues bien, ahí tenemos el Vacie para vergüenza y escarnio de nuestros administradores públicos.

Aunque pareza increible es evidente que existen personas que no quieren abandonar su condición de chabolista. Reclaman de continuo sus derechos (nunca hablan de deberes) para obtener un piso (mejor prefieren dinero), luego los venden y vuelta a empezar en los escampaos. Es duro pero la realidad (cuando es tan triste como esta) es conveniente observarla, analizarla y denunciarla. Son varios años sin querer resolver este espinoso tema, que necesita ser afrontado en todas sus vertientes (empezando por la actitud de algunos chabolistas que -aunque resulte triste constatar- no quieren abandonar esta situación). Entiendo que no son comentarios “politicamente correctos” pero las cosas hay que abordarlas como son. Se les comenta por parte de la Administracción que les sean retirados momentáneamente los niños, para cuidarlos como sus edades requieren y sacarlos del infierno donde viven, y se niegan. La pregunta que surge es: ¿si tanto los quieren como es que los tienen en cueros y permitiendo que padezcan en sus debiles cuerpos los rigores del verano?. Posiblemente les vengan bien como moneda de cambio. ¿Duro comentario?. Evidentemente, pero enmascarando la realidad nunca se solucionará este grave problema social. Nuestros políticos les enseñaron dinero fresco en bolsas de basura y salieron volando de los campamentos de chabolas. ¿Habrá que repetir la jugada?. Sería lo que faltaba.

Se dirá que el problema no se resuelve dando pisos sino que hay que trabajar en una integración gradual e integral de sus moradores. Vale, ¿pero cuando tienen previsto iniciar ese proceso ¿. ¿Qué pecamos de demogagia?. Puede ser, pero peor es mirar para otro lado como si los problemas no existieran. Los niños –en un Estado de Derecho- son responsabilidad del Estado, caso de no poder –o querer- ser atendidos por sus padres. Dejarlos abandonados a su suerte es además de inhumano manifiestamente insolidario. Sencillamente,…..de vergüenza y pena.

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