sábado, 11 de diciembre de 2010

La hoguera encendida



(A FJSA y a todos los que configuran el grupo del anonimato)

Dicen que equivocarse -¿o es rectificarse?- es de sabios, o de torpes según se mire. Reconozco que cuando me llamó el Hermano Mayor de mi Hermandad de la Candelaria, para ofrecerme dar el Pregón del Cofrade de la próxima Cuaresma y, al declinar tan honrosa invitación, se me planteó un dilema: si dejar el tema en el estricto y placentero campo de la privacidad o, para no parecer un petulante desagradecido, dar publicidad a este asunto en mi blog. Hice la segundo y, creo sinceramente, que elegí la opción incorrecta. Sorpresivamente me empezaron a llegar a mi correo electrónico una serie de mensajes en distinto sentido. Unos, de los que bien me quieren y aprecian, criticando –desde el afecto- que hubiera declinado tal ofrecimiento cofrade. Otros, afortunadamente los menos, para desde el anonimato recordarme que cojones pinta un antiguo marxista en un atril dando un Pregón (se nota que la gente no sabe que hacer con su tiempo libre).

Si algo me resulta pesado, y además estéril, es entrar en polémicas sobre temas personales que, lógicamente, a nadie importan ni interesan. Hablar, o mejor escribir, de uno en primera persona es un ejercicio insoportable de necedad y petulancia. Pero nunca me gustaron aquellos que tiran la piedra y esconden la mano. Cuando, además, ya me conozco de sobras la calidad –humana- de las piedras y la de sus lanzadores. Así que “una y no más Santo Tomás”.

Decíamos ayer……En mi juventud pasé –y no me arrepiento- una larga travesía en el desierto de los agnósticos. Entendía que durante el franquismo la Religión, y por ende las Hermandades, estaban impregnadas del falso espíritu cristiano del “Nacional-Catolicismo”. Un servidor, junto a algunos españoles más (pero no tantos como hoy se autoproclaman “rojos” de toda la vida), andábamos inmersos en recuperar para España un clima de libertades democráticas, siempre dentro del respeto y la tolerancia. Nunca tuve más carné que el del Real Betis Balompié, y mi actividad política y sindical solo me reportó riesgos y “picotazos” en mi siempre maltrecha economía. Arriesgábamos nuestra integridad, e invertíamos la dulce moneda de la juventud en pelear por las libertades. Que hubiera gente que se mostrara cómoda dentro de los estrechos límites políticos del franquismo era algo que resultaba más que evidente. Cada cual es cada cual y bien está que así sea. Quien perpetra estos Toma de Horas y, desde los 12 años, siempre vivió exclusivamente de su trabajo.
Un día, un histórico y hermoso día, este sufrido país se planteó seriamente que había que abrirle las puertas a la Democracia. Se hizo de una manera más que razonable y, obviando poner encima de la mesa los muertos de alguno de los bandos contendientes en la Guerra Civil. Fue una Transición modélica y así fue reconocida en todos los foros internacionales (que otros se la estén cargando hoy día es harina de otro costal).
Pues bien, por ahí andaba “el probre Juan Luís” planteando que hacer con su vida. Entendí que ya la política y el sindicalismo iban a caer en manos de “profesionales”, y que los románticos ya estábamos de más. Hice una “paraita” en el camino y mire para mis adentros a ver que era lo que encontraba. Noté varias habitaciones de mi alma vacías y, otras, llenas de elementos decorativos fácilmente prescindibles.
Reconozco que fueron unos años –pocos- realmente complicados a la hora de tomar decisiones y, tuve que utilizar de manera empecinada el sano ejercicio de la reflexión. Tiré del hermoso legado de la tradición de mis mayores y ya todo fue coser…..y rezar. La respuesta definitiva me la dio el Señor de Pasión un día que despistado lo visitaba en la Colegial del Salvador. Puede parecer una perogrullada pero su rostro parecía decirme: “Ven y sígueme”. Me hice hermano de Pasión y ya, sin solución de continuidad, de la Candelaria, el Gran Poder y Nazaret de Pino Montano. ¡Un antiguo marxista hermano de nada menos que cuatro Hermandades! Po sí, que diría el de Barbate.

Lo que tengo claro es que, ayer desde el marxismo y hoy desde el humanismo cristiano, siempre estuve al lado de los desfavorecidos y enfrente de los poderosos que abusan de su poder. Mi hoja de ruta está inmaculada y paso por los juzgados –otros no pueden hacerlo- sin tener que bajar la cabeza. Nunca hice nada en contra de mis principios y espero que los mismos me acompañen mientras viva. ¿Qué seré mañana¿ No lo se ni me importa. Nunca cambié de chaqueta (eso lo hacen los oportunistas buscando el sol que más calienta) y puedo decir a boca llena lo que le escuché un día a un viejo anarquista: “En mi hambre mando yo”.

Ni daré pregones ni ocupare cargos de relevancia en ninguna Hermandad. Carezco de aptitud y de actitud. Siempre estaré presto para lo que demanden de mí pero sin quemarme en la “Hoguera de las vanidades”. No tengo la culpa que otros intenten a golpes de incienso que les desaparezca el olor a mierda de sus manos. Misión imposible, pues siempre termina prevaleciendo la verdad sobre la mentira, ¿o no? Punto y FINAL.

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