La Historia del Séptimo Arte ha dado mujeres guapas; mujeres muy guapas; mujeres tremendamente guapas y a…. ¡Liz Taylor! El pasado miércoles 23 de marzo del 2011 falleció a los 79 años de edad. Elizabeth Taylor fue una niña prodigio en la época dorada de Hollywood y, a la largo de su exitosa carrera, sobrepasó las cincuentas películas interpretadas. Dos veces consiguió la “dorada estatuilla”: “Una mujer marcada (1961) y, ¿Quién teme a Virginia Wolf? (1981). Algunas de sus películas forman parte inseparable de las mejores de la Historia del Cine. Podemos citar entre las mas destacadas a:”Un lugar en el sol” (1951); “Gigante” (1956); “La gata sobre el tejado de Zinc” (1958) y “Cleopatra (1963). Liz Taylor hija de padres americanos nació accidentalmente en Londres y, siempre mantuvo su doble nacionalidad. Esta mujer que poseía los ojos y el busto más hermoso del Cine fue una más que excelente actriz y, posiblemente, no exista en toda la Historia del Séptimo Arte un caso más rotundo y singular de mujer emancipada. Liz Taylor no era solo una mujer libre y sin ataduras de ningún tipo, sino que por si misma encarnaba un ejemplo rotundo de en que consiste la Libertad. Sus amores y desamores con Richard Burton, estuvieron salpicados de risas, lágrimas y alcohol, marcando toda una época en las páginas de la prensa sensacionalista. Contrajo a la largo de su vida ocho bodas con siete hombres (con Richard Burton se casó en dos ocasiones). Fue una fiel defensora de la lucha contra el Sida y en su ultima etapa terrenal (seguía estando hermosísima incluso en silla de ruedas) mantuvo una amistad surrealista con Michael Jackson. Su muerte no hace más que confirmarnos a los cinéfilos de mi generación que empezamos a vivir de prestado. Ella nos enamoraba y conseguía que tuviéramos su foto en los sitios más insospechados (la tuve durante un año en mi taquilla de escaso “ardor guerrero” por tierras de Ceuta). Su desconsuelo cuando en la pelea final de “Gigante” vapulean a un envejecido Rock Hudson por defender a su nieto mestizo, son de las que nunca se olvidan. O cuando con una belleza arrebatadora sonsaca al inolvidable Paul Newman para que suelte la muleta y coja de una vez la espada de matar. Desde hacia más de treinta años tenía diagnosticado problemas serios de salud, pero su vitalidad y su carisma podían con todo y con todos. El Cine como Fábrica de sueños (para los que nunca pierden la capacidad de soñar) nos creaba héroes (los hombres) y mitos (las mujeres). Nosotros inmersos en nuestras penurias éramos gozosos receptores de hermosas propuestas subliminales. Vaya usted con Dios hermosa Reina del Nilo. Gracias eternas por habernos hechos soñar con mundos menos asfixiante que el que nos había tocado vivir. Salude de nuestra parte a Ava, a Elvis, a Rock, a Paul, a Clark, a Spencer y, como no, a Richard. En fin a todos los que configuraron nuestro universo sentimental. Háganos un último favor: asomase de vez en cuando a algún balcón de los de ahí arriba y proyecte sus hermosos ojos hacia la Tierra. Será la mejor manera de que los mares de los sueños nunca dejen de brillar. Dios te guarde a Ti y, de paso, nos consuele a nosotros cuando te hagamos renacer viendo tus películas. Hasta siempre Reina.
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