viernes, 27 de mayo de 2011

Ejecutivos ejecutados




Se exhibió estos días por la cartelera sevillana una excelente película titulada “The Company Men”. Esta dirigida por John Wells e interpretada por un excelente elenco de actores encabezados por el magistral Tomy Lee Jone. Narra la profunda crisis experimentada a partir del 2008 por muchas grandes Compañías norteamericanas y, por extensión, el descalabro producido en el mundo de los ejecutivos de las mismas. “Triunfadores” que llegaron a la cúspide del poder en cortos periodos de tiempo y que consiguieron configurarse en la Sociedad como “sólidos” eslabones de las clases medias-altas norteamericana. Disfrutaban de despachos propios y percibían grandes salarios, con el aditamento de coches de alta gama facilitados por la Empresa para sus desplazamientos. Partidas de golf y suntuosos viajes como terapias de distracción. Todo rayaba la perfección. Vivían en lujosas urbanizaciones con casas calentadas por chimeneas y con el imprescindible complemento de jardín y piscina. Domingos de misa y barbacoa para ilustrar de manera rotunda que el “Sueño americano” era posible y realizable. Bastaba con subir las escaleras tirando al suelo a todo aquel que se cruzara en tu ascensión. Luego llegaron los “Días de Acción de Gracia” y las navidades con bombillitas de colores repartidas por todo el contorno de la entrada. Niños adolescentes estudiando en universidades privadas y “santas esposas” reuniéndose para merendar y de paso darle contenido al “Tea Party”. Todo perfectamente sincronizado y demostrativo de que la felicidad va intrínsicamente unida al espíritu de superación y sobre todo a la ambición. Pero con lo que no contaban era con que les iba a llamar a la puerta “Mamá Crisis”. Una mañana fueron llamados por el Jefe de Recursos Humanos de la Empresa y este les comunicó la mala nueva: estaban despedidos pues sus puestos no eran sostenibles en el organigrama de gastos de la Compañía. Ahora, ya demasiado tarde, se percataron de que habían firmado todo cuanto les pusieron por delante y su montante en la liquidación era irrisorio. Eso si, la Empresa en un gesto que les “honraba”, pondría a su disposición un Gabinete de Psicólogos para orientarlos de cara a lo que se les avecinaba. Debían por tanto de reciclarse y cambiar el coche de alta gama propiedad de la Empresa por un bonobús que los acercara a la Oficina del Paro. La película narra magistralmente este duro periodo de reciclaje y como abordan las nuevas expectativas de vida cotidiana (uno de ellos, obligado por su mujer, sale de su casa con su maletín –vacío- a la misma hora y vuelve a las 6 de la tarde. Se trata de que los vecinos no vean nada extraño dentro de su normalidad laboral, aunque esto suponga llevarse todo el día haciendo tiempo en bares y centros comerciales). El Esperpento llevado a la tierra de las “barras y estrellas”. Unos descubren que se pude vivir con menos ostentación y más verdad en las relaciones con los demás. Otros se deprimen profundamente lamentando el paraíso perdido. Los menos sabiendo sacarle jugo a su mayor disponibilidad de tiempo libre. Todos en definitiva desconcertados ante su nueva situación. Es el sino de los tiempos: subimos embelesados en una burbuja y caemos –o nos hacen caer- cuando menos nos lo esperamos. Nosotros cambiamos mejora por ambición y ellos–los jerarcas-cambiaron hombres por robots. La película –afortunadamente- no cae en el catastrofismo y deja una puerta abierta a la esperanza. Nos enfrentamos una vez más a la eterna cuestión: vivir para trabajar o trabajar para vivir. Lo lamentable es que en nuestra querida España vamos a terminar, si alguien no lo remedia pronto, por no poder ni trabajar ni tampoco vivir. Esto engloba tanto a los ejecutivos como a los escayolistas.
Lo triste es que algunos –los que buscan su primer empleo- están ya caídos sin haber podido siquiera levantar el vuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario