miércoles, 16 de noviembre de 2011

Rencor no pases las horas



“Un hombre solo, piensa; con otro, dialoga; con dos, debate; con tres, polemiza; con cuatro, discute y, con cinco, se va a la guerra”.

No es la primera vez que escribo sobre los “comentarios” que se emiten a pie de artículos en la prensa digital. Sinceramente debo reconocer que logran inquietarme y, no digamos, a los articulistas que abordan. La mayoría de estos “comentarios” salen del tenebroso mundo del anonimato y, no pocos, destilan dosis de rencor altamente preocupantes. Se pude discrepar con un artículo en parte o en todo, o se puede uno manifestar acorde con su contenido. Pero muchos comentarios son una excusa –a través de los artículos- para atacar al articulista. En la prensa sevillana la mayoría de estos “bombardeos” se centralizan en la figura de Carlos Colón. Sinceramente, creo que no faltaríamos a la tan necesaria libertad de expresión si eliminásemos el mal gusto y la descalificación de nuestras ya incomodas vidas. “Diario de Sevilla” abre “comentarios” en todos sus artículos de opinión y esto que debía ser un necesario ejercicio democrático se configura como todo lo contrario. Tratando de desarrollar el noble ejercicio de la discrepancia se consigue darle cabida a la cerrazón y al fundamentalismo más torticero. Carlos Colón tiene hasta algunos “comentaristas de cámara” que le dan replica todos los días (sin despojarse, eso si, del antifaz del anonimato). En mi modesto blog existe –imagino que en todos- una ventana abierta a los “comentarios”. Se utiliza en contadísimas ocasiones y siempre por nobles amigos, los cuales terminan por convencernos sobre la utilidad de lo que elaboramos entre Salva Gavira y un servidor. Lógicamente el campo de las opiniones y, no digamos el de las emociones, siempre estará abierto a la sana y necesaria discrepancia y a la no menos concordancia. Eso es tan bueno como necesario. Sentir sin pensar no es existir es vegetar. Cada época genera sus propios y peculiares “personajes”. De unos años a esta parte se ha configurado una especie de “polemista” que trata con sus comentarios de ir siempre a contracorriente de todo y con todos (dicen con otras palabras lo mismo que tú pero, eso si, dejando claro su “distinto punto de vista”). Afortunadamente hace tiempo que desistí de polemizar con nada ni con nadie. Vivo cómodamente instalado en “mi cueva” y solo sacó el hocico para disfrutar de mi gente, del vino acompañado de buenos amigos, del “palmito” de las hermosas cuarentonas sevillanas y de la magia de mi Ciudad. Escribo por una necesidad vital de compromiso conmigo mismo. No descalifico a nadie a nivel personal (por una mera y simple cuestión de principios). Me interesa del político el resultado de su gestión; del artista su arte; del torero su toreo y de los seres humanos su bondad, su solidaridad, su decencia y su talento (siempre por ese orden). Reconozco que cada día me aburren más los “culturetas” de tres al cuarto que tienen todo el día el “yo” en los labios. Amo la vida ya que como decía Miguel Hernández: “aún la tengo”. Soy abuelo; estoy razonablemente sano; la mayoría de mis amigos incluso hablan bien de mí; mis “enemigos” me han perdido la pista; he visto a Jacinto pagar en las tabernas, y ya solo me queda ver al Betis jugando una final –y si no es mucho pedir ganándola- de la “Champions League”. Afortunadamente, el rencor nunca tuvo parada y fonda en mi corazón.

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