Dios reflexionaba con Santo Tomás de Aquino si sería conveniente –visto el panorama actual- mandar de nuevo a su Hijo para que habitase entre nosotros. “Es que lo última vez que lo mandé literalmente lo machacaron. Lo utilizaron de “cabeza de turco” para expiar los pecados de los demás”, comentó Dios bastante dolorido. Santo Tomás se encogió de hombros ante el Sumo Hacedor diciéndole: “Yo en vuestro lugar me lo pensaría, pues esta gente no termina nunca de escarmentar”. Hoy, disponemos de elementos de juicios para considerar que el globo terráqueo no es redondo, sino que es cuadrado como nuestras cabezas. Hemos distorsionado nuestra realidad más inmediata hasta encuadrarla en una sutil dicotomía: las medias verdades y/o las medias mentiras. Vivimos inmersos en una febril actividad que nos conduce de la nada al vacío más absoluto. Las vueltas a los calcetines forman ya parte de nuestra manera de ser y comportarnos. Lo dejó dicho magistralmente don Groucho: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Utilizamos para vivir el Plan B cuando todavía no sabríamos discernir en que consistía el Plan A. Todo adherido a las frías paredes de la orfandad más absoluta (la de las almas errantes). La quinceañera del “Dúo Dinámico” se muere de melancolía viendo los atardeceres a través de la ventana de una Residencia de Ancianos. Los perros sacan a pasear a sus atribulados dueños. En Tokio se escucha con profundo respeto la Soleá Apolá. Mientras, en Jerez le rinden pleitesía a Akira Kurosawa. Paco Gandía cuenta sus “casos verídicos” en la Cantina del Cielo y consigue que se rían hasta los gallegos. Expulsan de su Partido a un diputado que se atrevió a afirmar que dos y dos nunca podían ser tres ni tampoco cinco. “¡Hasta ahí podríamos llegar!”, cuentan que comentó airado el Secretario General. Los “Depositarios de las Esencias” de la Ciudad llenan los incensarios de la iglesias con kifi en rama. Los pobres de solemnidad reparten entre los banqueros una parte de sus recaudaciones callejeras. Políticos empolvándose la nariz con los dineros destinados a paliar el paro. Los barqueros reman frenéticos sus barcas utilizando palos de golf. Ateos portando cirios en Hermandades de Sangre y Luz. Cristianos en marciales desfiles caminando gozosos hacia el trueno y la furia. “Gabo” le incluye a sus “Cien años de soledad” una veintena de años más. El Santo Grial mancillado con Gin-Tonic de diseño. Mi vecina pagando de un tirón los dos años de comunidad que nos adeuda. Dios ya no sabe donde acudir y vuelve a preguntarle a Santo Tomás: “¿Tú que eres el colmo de la sabiduría que harías en mi lugar? ¿Lo mando otra vez o no lo mando más?”. El “de Aquino” se calla respetuoso, y la respuesta queda flotando en el aire suspendida en los cielos sobre el estrépito de los bombarderos B-52. Por el desierto del Planeta de los Simios el último de los humanos busca desesperado el regazo de su madre. Las púas de la corona del Señor de Sevilla desprenden –unidas- lágrimas y sangre sevillana. La Candelaria acicala su cara con los reflejos de la luna en los Jardines de Murillo. Los pájaros cantan (en los Juzgados) y las nubes no se levantan. La noche da paso a… la noche y Dios, al que tenemos tan olvidado, ya no sabe que hacer con nosotros. Santo Tomás nos proporciona la clave: “¿Baja Él o subís vosotros?”. Divino y eterno dilema.
domingo, 5 de febrero de 2012
¿Bajas Tú o subimos nosotros?
Dios reflexionaba con Santo Tomás de Aquino si sería conveniente –visto el panorama actual- mandar de nuevo a su Hijo para que habitase entre nosotros. “Es que lo última vez que lo mandé literalmente lo machacaron. Lo utilizaron de “cabeza de turco” para expiar los pecados de los demás”, comentó Dios bastante dolorido. Santo Tomás se encogió de hombros ante el Sumo Hacedor diciéndole: “Yo en vuestro lugar me lo pensaría, pues esta gente no termina nunca de escarmentar”. Hoy, disponemos de elementos de juicios para considerar que el globo terráqueo no es redondo, sino que es cuadrado como nuestras cabezas. Hemos distorsionado nuestra realidad más inmediata hasta encuadrarla en una sutil dicotomía: las medias verdades y/o las medias mentiras. Vivimos inmersos en una febril actividad que nos conduce de la nada al vacío más absoluto. Las vueltas a los calcetines forman ya parte de nuestra manera de ser y comportarnos. Lo dejó dicho magistralmente don Groucho: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Utilizamos para vivir el Plan B cuando todavía no sabríamos discernir en que consistía el Plan A. Todo adherido a las frías paredes de la orfandad más absoluta (la de las almas errantes). La quinceañera del “Dúo Dinámico” se muere de melancolía viendo los atardeceres a través de la ventana de una Residencia de Ancianos. Los perros sacan a pasear a sus atribulados dueños. En Tokio se escucha con profundo respeto la Soleá Apolá. Mientras, en Jerez le rinden pleitesía a Akira Kurosawa. Paco Gandía cuenta sus “casos verídicos” en la Cantina del Cielo y consigue que se rían hasta los gallegos. Expulsan de su Partido a un diputado que se atrevió a afirmar que dos y dos nunca podían ser tres ni tampoco cinco. “¡Hasta ahí podríamos llegar!”, cuentan que comentó airado el Secretario General. Los “Depositarios de las Esencias” de la Ciudad llenan los incensarios de la iglesias con kifi en rama. Los pobres de solemnidad reparten entre los banqueros una parte de sus recaudaciones callejeras. Políticos empolvándose la nariz con los dineros destinados a paliar el paro. Los barqueros reman frenéticos sus barcas utilizando palos de golf. Ateos portando cirios en Hermandades de Sangre y Luz. Cristianos en marciales desfiles caminando gozosos hacia el trueno y la furia. “Gabo” le incluye a sus “Cien años de soledad” una veintena de años más. El Santo Grial mancillado con Gin-Tonic de diseño. Mi vecina pagando de un tirón los dos años de comunidad que nos adeuda. Dios ya no sabe donde acudir y vuelve a preguntarle a Santo Tomás: “¿Tú que eres el colmo de la sabiduría que harías en mi lugar? ¿Lo mando otra vez o no lo mando más?”. El “de Aquino” se calla respetuoso, y la respuesta queda flotando en el aire suspendida en los cielos sobre el estrépito de los bombarderos B-52. Por el desierto del Planeta de los Simios el último de los humanos busca desesperado el regazo de su madre. Las púas de la corona del Señor de Sevilla desprenden –unidas- lágrimas y sangre sevillana. La Candelaria acicala su cara con los reflejos de la luna en los Jardines de Murillo. Los pájaros cantan (en los Juzgados) y las nubes no se levantan. La noche da paso a… la noche y Dios, al que tenemos tan olvidado, ya no sabe que hacer con nosotros. Santo Tomás nos proporciona la clave: “¿Baja Él o subís vosotros?”. Divino y eterno dilema.
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