Ayer enterramos al padre de un íntimo amigo. Hoy, concretamente esta mañana, hemos incinerado al hermano de otro. Hace un rato me llega a través de Ángel Vela la noticia del triste fallecimiento de Manolo Barrios. Estamos dando vueltas en el Carrusel de la Pena y parece ser que con pocos visos de que se pare al menos temporalmente. Hacia bastante tiempo que le tenía perdida la pista a Manuel Barrios. Ahora con su muerte me entero que vivía en una Residencia junto con su mujer. Parece ser que desde hace unos años tenía la salud muy mermada (a pesar de su deterioro físico tenía pendiente la publicación de tres libros). Había cumplido los 87 años de edad y desde hoy forma parte del universo de los sevillanos inmortales (él lo era por pleno derecho de adopción pues había nacido en San Fernando–Cádiz). Prolífica y fundamental se nos antoja su obra compuesta por no menos de setenta libros y miles de artículos publicados. Escritor, ensayista, periodista, flamencólogo…, su vida es un canto a la decencia intelectual y a un verdadero compromiso con las libertades. A destacar, en el terreno literario, obras tan sumamente interesantes como: “El crimen”, finalista Premio Nadal-1962; “La espuela”, finalista Premio Nadal-1964; “Epitafio para un señorito”, Premio Ateneo de Sevilla-1972, o “Vida, pasión y muerte en Río Quemado”, finalista Premio Planeta-1978. Entre sus grandes aportaciones al Flamenco podemos reseñar: “Ese difícil Mundo del Flamenco” (1972, reeditada en el 2000), o “Gitanos, moriscos y cante flamenco” (1989). Este último ensayo, a pesar de la enorme controversia que provocó en su día entre los “sectarios” del Flamenco, lo podemos considerar como una obra clave dentro de la Bibliografía del Arte Jondo. Su paso por la Radio le dejó una cosecha de una “Antena de Oro” y cuatro “Premios Ondas”. Manolo Barrios se merece bastante más que un “Toma de Horas” justamente laudatorio. Se merece que volvamos a releerlo con el interés y la pasión que merecen los escritores que llenaron nuestras vidas de esperanza y libertad. Descubrir – o redescubrir- su vida y su obra es el mejor homenaje que podemos hacerle (a él y sobre todo a nosotros mismos). Estamos instalados en un tenebroso suma y sigue donde las bajas nos van dejando cada vez más solos. Desgraciadamente parece ser que la “Dama de la Guadaña” es a la única que no le falta el trabajo en nuestro país. Descanse en paz este valiente sabio de la vida y las cosas que nos rodean. Nada ni nadie resulto ajeno a las inquietudes de este escritor, elemento activo de los que un día fueron conocidos como los “Narraluces”. Mañana buscaré en mi biblioteca “Crónica de una nostalgia”, y le rendiré el mejor homenaje que podemos hacerle a los escritores: leer y releer sus obras. Vaya usted con Dios amigo que allá arriba ya está completa la “Tertulia Flamenca de Radio Sevilla”.
En nombre de mi familia y en el mío propio quiero testimoniar nuestro más sincero agradecimiento por las numerosas muestras de condolencia que hemos recibido con motivo del reciente fallecimiento de mi padre, el escritor Manuel Barrios. Como siempre, también en sus últimos días estuvo luchando hasta el final, en este caso contra su EPOC, apenas ya sin pulmones, puro corazón, hasta que no pudo más. En su agenda tenía una buena lista de amigos y colegas, a quienes traté de localizar el pasado viernes, 24 de febrero, para comunicarles la triste noticia. Siento no haberlo logrado en todos los casos. Hacía tiempo que mi padre no trataba con muchos de ellos, de modo que las direcciones y teléfonos habían cambiado; pero él no los había olvidado. A su familia nos conforta comprobar que también la mayoría de ellos ha seguido manteniendo vivos su recuerdo y su amistad.
ResponderEliminarEn el tanatorio pudimos estrechar la mano y dar un abrazo a algunos de esos amigos, escritores, periodistas y flamencos, que se acercaron a darle el último adiós: Antonio Burgos, Jesús Heredia, Ángel Vela, Paco Reyero, Andrés Muriel... Ningún político lo acompañó. Mi padre siempre supo escoger a quienes merecía la pena tener cerca. Siempre evitó la Andalucía de la pandereta ideológica y de los muchos señoritismos y servilismos. Siempre apostó por el valor de una cultura andaluza que, desde las entrañas genuinas de lo popular, rescatase a nuestra tierra de su atraso secular. Poco que ver con la charanga de la cultura oficial. Mucho con una Andalucía más honda y callada, que hoy llora con nosotros. Y que en algunos de sus bien nacidos ha alcanzado a darle voz a ese dolor, por lo que sus familiares les manifestamos nuestra profunda gratitud
A Nicolás Salas, Antonio Burgos, Francisco Robles, Paco Reyero, José Luis Montoya, Eva Díaz, Andrés Muriel, Enrique Montiel, Francisco Giménez-Alemán, Alberto García Reyes, Abelardo Linares, Rafael de Cózar, Pedro Tabernero, Luis García Gil, José Luis Garrido Bustamante, Emilio Jiménez Díaz, Aquilino Duque, Víctor Márquez Reviriego, Lucas Haurie, Juan Luis Franco, Benito Fernández, Joaquín Arbide, así como a Francisco Jiménez Ortega (“F.E.A.”, Centro Cívico Alcosa), a la Asociación Cultural Ademán, Antonio Cruz, de la Fundación Antonio Mairena, Julio Pérez “Vito” y tantos otros, muchos anónimos, que han dejado mensajes de pésame en el contestador telefónico.
Manuel Barrios Casares