lunes, 9 de abril de 2012

El llanto de los mares


Canta Camarón por Siguiriya y el mundo se detiene a escuchar su Cante de pena amarga. Lorca se acuerda de Andalucía en su Romance de sangre derramada: “El 25 de junio le dijeron al “Amargo”, ya puedes cortar si quieres las adelfas de tu patio. Pinta una cruz en la puerta y pon tu nombre debajo porque cicutas y ortigas nacerán en tu costado, y agujas de cal mojada te morderán los zapatos”. Las madres mecen las cunas vacías cantando nanas que se lleva el aire de la tarde. Los hombres construyen dianas donde disparar certeramente los tiros de gracia. Los músicos y los poetas buscan la inspiración perdidos y desorientados en el Jardín de las Delicias. Los inquisidores no dan abasto, y apuntan nombres y apellidos en sus intolerantes libretas de sangre y venganza. Los obispos y cardenales viven instalados en una permanente disculpa ante la Historia. Los misioneros de cuerpos y almas harinan el pan nuestro de cada día. Políticos y banqueros recuentan –una y mil veces- el fruto de su rapiña. Desde los balcones las enamoradas tiran besos al aire sin encontrar destinatarios. Los niños ya no quieren ser hombres. Los hombres ya no saben ni lo que quieren ser: si hombres-niños o niños-hombres. Las vírgenes sevillanas lloran su pena sumidas en la orfandad de sus camarines. Los Cristos sevillanos sueñan (con Machado) que, alguna vez, alguien los desenclave. Los ordenadores del INEM llenan la Ciudad con el humo de la ignominia y la vergüenza. Los EREmitas cambian los montes por los puertos deportivos. Los viejos, pertrechados de gorras y bastones, se sientan en los andenes de la estaciones para ver pasar la vida. Se nos muere la gente sin darnos tiempo siquiera a secar los pañuelos. El optimismo ni está ni se le espera. La juventud en flor busca obligada picotear en mieles foráneas. Ni siquiera el sol caliente ni la luna brilla. Vivimos adormecidos por los cuentos de León Felipe….”que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre lo ahogan con cuentos, y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos”. “Todo es relativo” nos dicen, y buscamos la relatividad ante las cajeras de los supermercados. Mientras, como diría Serrat…”Y con la resaca a cuesta vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Se despertó el bien y el mal la zorra pobre al portal la zorra rica al rosal y el avaro a sus divisas”. Todavía la cera derretida nos muestra su decadente presencia por las calles de la Ciudad. Quedan los hermosos rescoldos de la “batalla” en los aún ensamblados pasos. Los saeteros hacen gárgaras con miel y limón que alivien sus castigadas gargantas. Empieza la cuenta atrás de los necesarios paraísos artificiales de la gracia impostada: “Arenal de Sevilla y Olé, Torre del Oro”. Abajo el telón y siempre, irremediablemente siempre, predispuestos a que la función continúe. No nos queda otra. Canta Camarón por Siguiriya y el mundo se detiene para escuchar su pena amarga. La Soledad en San Lorenzo nos muestra su cara amoratada por el llanto eterno de las madres afligidas. Dice un sabio cartel en sus barrotes: “Si puedes Mucho, Mucho. Si puedes Poco, Poco y, si no puedes Nada, Nada”. Los océanos lloran su amarga pena de siglos sin más presencia que la luna. Los científicos afirman que los “marcianos” nunca existieron. Pero, ¿y nosotros, existimos alguna vez? Un niño nace a la vida y su primer llanto reconcilia a Dios con los hombres. Pasó la “Semana” y nos dejó el alma en duermevela y el cuerpo lleno de sensaciones. Lo dicho: canta Camarón por Siguiriya y el mundo se detiene a escuchar su Cante de pena amarga.

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