“Y el hombre daba vueltas y
suspiros
sobre la rama móvil del compás”
- Antonio Núñez de Herrera -
Pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la
mar. Otra Semana Santa, y ya van muchas
sobre nuestros gastados corazones, que pasó enraizada en los sentimientos del
pasado y las realidades del presente. ¡Por fin! el Martes Santo se desarrolló
con absoluta normalidad y pude ver a la Candelaria cruzar la Alfalfa. Cuando Ella pasa buscando
las raíces de la memoria sentimental vuelve a ponerse de nuevo en marcha el
reloj de las horas y los momentos. El paso del tiempo a ciertas edades se nos
muestra implacable y nuestra Semana Santa es en síntesis tiempo fugaz que como
la arena de los mares se nos diluye entre las manos. Con los nuevos tiempos se
nos aparecen nuevos modismos en nuestra Semana Santa que le aportan poco y le
quitan mucho. La banalidad que sustenta nuestra vida cotidiana no podía hacer
una excepción con nuestra Fiesta más importante y de mayor calado sentimental.
En una Ciudad donde el figuroneo siempre tomó carta de naturaleza no podemos
pretender que su Semana Santa se sustraiga de esta patina de
superficialidad. Mi reconocida y patente
incompetencia en temas cofrades y semana-santeros me aconsejan ser prudente y
cauteloso en mis apreciaciones. Gracias
a Dios llegué al Jueves Santo en perfecto estado de revista y pude acompañar un
año más al Señor de Pasión por las calles sevillanas. Mantengo en estos menesteres de gozoso
penitente la ilusión y la nerviosera de la primera vez y esto es algo que me
llena de satisfacción. Hace unos días leí una entrevista con un señor de
¡noventa y un años de edad! que, a esa edad, sigue saliendo de maniguetero en
el paso de la Esperanza Trianera.
Toda una vida acompañando a la
Reina del arrabal trianero justifican con creces una plena
existencia sevillana y trianera. Nos
cuesta trabajo entender que Sevilla es algo más que su Semana Santa, su Feria o
su Corpus. Es una Ciudad diseñada para vivirla enmarañado en los placeres
cotidianos del día a día. Lamentarnos de
manera permanente por los paraísos
perdidos nos sustrae de la posibilidad de descubrir otros nuevos. Todo nace y
todo muere para que a Dios no lo mande esta plebe también al Paro. Todo pasa y todo queda pero…..lo nuestro es
pasar.
“Ya la sombra se hizo luz
y el tronco seco semilla
el Señor tomó su Cruz
… ¡Semana Santa en Sevilla!”
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