A pesar de que actualmente mi estado físico y mental es más que
aceptable no dejo de reconocer que esto de ir cumpliendo ya muchos años es una
jodienda. Es ley de vida nos decimos y
no queda más remedio que aceptarlo. Aparte de que la impagable satisfacción de
conocer y ver crecer a tus nietos solo es posible cumpliendo años y años. Dicen
que lo que se pierde en facultades se gana en sabiduría. Pero ¿para que sirve
hoy ser sabio? ¿Quién está interesado en aprender de la experiencia de los
“viejos”? ¿Interesan hoy en verdad los referentes culturales, artísticos,
sociales y/o políticos del ayer? Siempre suponiendo que se haya sabido
aprovechar el ejercicio de vivir para intentar desentrañar cuantas
peculiaridades y contradicciones arrastramos los humanos. “Entregar la cuchara”
no me da miedo en absoluto (prisa en verdad tampoco tengo ninguna) pero que un día alguien me ayude a metérmela en la boca
para poder comer me produce pavor. Entro,
puede que por un ejercicio de masoquismo encubierto, de vez en cuando en
Internet para comprobar como están actualmente personas o personajes que en su
día fueron de especial relevancia. De
todo hay en la “Viña del Señor”. Unos están francamente deteriorados y
pendientes de ser estelas difusas en el recuerdo de la gente. Nadie se acuerda
ya de ellos y cuanto representaron en su día. Otros en cambio se mantienen en
una forma excelente e incluso algunos todavía se mantienen en activo. Todo
dependerá de las circunstancias personales de cada uno y el trato que ellos les
han dado a sus vidas o la vida a ellos. Llevarlos
a la televisión para que nos muestren su decadencia (negándoles las
posibilidades del momento presente para contextualizarlos en el pasado) me
parece ciertamente mezquino. Pero es lo que vende: pasear “momias” por las
pasarelas de la tele-basura. La
decrepitud expuesta sin pudor para “hacer caja” y seguir manteniendo la
audiencia. La humanidad se ennoblece en
la tierna sonrisa de un niño y en la noble y cansadas mirada de un
anciano. No hay más pero tampoco menos.
Duele comprobar en amigos y seres queridos las demoledoras secuelas de achaques
padecidos y años consumidos. No es fácil
asimilar cuanto te rodea y saber en el plano personal que esa será tu ruta en
un incierto mañana. Quedan todavía amaneceres por disfrutar y en ello debemos
poner todo nuestro empeño. Los años en
la despensa pendiente de vivir y ser consumidos.
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