domingo, 6 de septiembre de 2015

Cincuenta años no es nada





El pasado 2 de julio se cumplieron exactamente cincuenta años de la visita a España de los Beatles. Cuentan las crónicas de la época que fue exactamente a las 17,40 cuando los “chicos de Liverpool” pisaron el suelo del Aeropuerto de Barajas. Este verano del 2015 que poco a poco se nos va alejando se cumple medio siglo de aquel acontecimiento. El mismo al que el Régimen franquista intentó por todos los medios que pasará lo más desapercibido posible. La prensa española de la época los tachaba de “ingleses melenudos” y, salvo honrosas y heroicas excepciones, ya estaba programado de antemano el minimizar su importancia artística y la escasa aceptación por una juventud, la española, poco proclive a “falsos modernismos”. Se aprovechó la ocasión, eso si, para fotografiarlos disfrazados con los tópicos más casposos de la España eterna. La Plaza de las Ventas madrileña estuvo literalmente tomada por la policía (los grises) desde horas antes del Concierto y se le pedía la documentación a todo bicho viviente que se acercará por allí.  Hubo numerosos jóvenes que con la entrada en el bolsillo y aconsejados por sus padres desistieron de asistir al Concierto (los precios de las entradas oscilaron entre 75 pesetas las más baratas y 400 las más caras. Una barbaridad para aquella época donde el salario mínimo podía alcanzar las 1.700 pesetas). El número de asistentes al evento en Las Ventas madrileña fue aproximadamente de unas ocho mil personas y el sonido fue realmente lamentable. En Madrid actuaron de teloneros los Pekenikes y la presentación corrió a cargo de Torrebruno (en Barcelona los teloneros fueron los Sirex). El que dieron en la Monumental de Barcelona (hoy, gracias a los “progres” de salón, sin Toros y sin vida) fue mucho más numeroso llegando a los veinticinco mil espectadores, mucho mejor sonido y con unas medidas policiales más relajadas. Barcelona era Barcelona. Dos conciertos para la Historia y que, a la larga, abrieron algunas puertas que permanecían herméticamente cerradas. Yo en 1965 tenía diecinueve años y aparte de haber descubierto ya a los Beatles era plenamente consciente de que me acompañarían el resto de mi vida.  Junto con dos amigos del alma (Antonio y Fernando) que hace tiempo embarcaron en la nave de los que no retornan nos propusimos ir a Madrid (en dos motos) para verlos. Al final y sin acordarme ya de los motivos de la renuncia todo quedó anclado en los sueños que nunca se convierten en realidad. Han pasado cincuenta años y, sinceramente, parece que fue ayer.  Cincuenta años no es nada para las historias sentimentales de cada uno. Eran, son y serán por siempre los Beatles.


Juan luis Franco – Domingo Día 6 de Septiembre del 2015

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