Bandoleros fugaces del amor
van por veredas y caminos,
estelas serpentean los destinos
con surcos abiertos al dolor.
La luna enseñaba su esplendor
en noches donde manda la locura
amar y ser amado ¡Que hermosura!
Se paró el gran reloj de los
salones
y Becquer entró en cavilaciones
una furtiva lágrima... ¡Cuanta
ternura!
Juan Luis Franco – Lunes Día 30 de Mayo del 2016
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