Cuando todavía no se nos había secado el pañuelo con las lágrimas
vertidas por Juan Carmona “Habichuela”
nos llega la triste noticia del fallecimiento, a los 75 años de edad, del cantaor Juan
Peña “El Lebrijano”. Un grande entre los grandes del Cante Flamenco. Comprobado
queda que los aficionados al Flamenco
ya no podemos tener colgada en el armario la camisa negra de la orfandad más
sentida. Juan Peña “El Lebrijano” era un cantaor excepcional sin cuya
aportación no se podría entender el proceso evolutivo del Flamenco contemporáneo. Hijo
de María “La Perrata ”;
sobrino de “Perrate de Utrera”;
hermano del guitarrista Pedro Peña y
tío del pianista “Dorantes” y del
guitarrista Pedro María Peña. Toda
una institución flamenca lebrijana y todo un legado para las generaciones
cantaoras del presente y del mañana. El periodista José Antonio Blázquez lo llamaba “Juan el Grande” y Gabriel García Márquez escribió que…”Cuando el Lebrijano canta se moja el agua”. Su grabación “De Sevilla a Cai” con el acompañamiento
de Paco de Lucía y Niño Ricardo se
nos antoja como una de las más importantes de toda la discografía flamenca. La Bienal de Flamenco va rendirle un merecido
tributo a su persona y a su personalidad jonda. El Flamenco de Lebrija queda
ahora en la garganta flamenca de José
Valencia y, no dudar, el cetro sigue en buenas manos. La
España más profunda y verdadera está de luto. Andalucía pierde a uno de sus hijos más
ilustres. Sevilla anda buscándose sin
consuelo por las esquinas de la pena y Lebrija
-¡ay Lebrija!- está de riguroso luto
por la perdida de su hijo flamenco más importante. Una generación flamenca (a la que pertenezco)
se nos escapa de las manos como el agua de la lluvia. El Cante
se escribe con L.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 13 de Julio del 2016
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