Las últimas pisadas sobre la arena húmeda
se van difuminando con los besos mojados
de las espumas blancas de olas de ida y vuelta.
El verano toca a su fin y se marcha entre
lentos atardeceres y caricias de luna llena.
Cambias mi mano por el asa de una maleta
dejándome un año menos joven.
Mientras, un frío de otoños venideros recorre
mi espalda cansada de soles y almanaques.
A lo lejos veo una barquilla bambolearse
a merced de los vientos de levante;
unos niños corretean tirando gozosos del hilo
de la cometa que marcará sus próximos veranos.
Un adiós en un septiembre que ya se eterniza
en los septiembres de toda una vida.
Las grandes despedidas siempre se multiplican
por los años pendientes de gastar.
Una canción sin letra y sin música
que alguien escribirá de nuevo
cuando la chimenea chisporretee
su letanía de añorados amores de verano.
Tú, verano, volverás siempre radiante
con nuevas promesas de amores;
sabemos que tus fugas son pasajeras
y que te dedicas a conocer mundo.
Afortunadamente nunca pasas lista
ni llevas una agenda en tu mochila.
Vienes para quedarte pero sabiendo
que todas las maletas tienen asas
y, por San Fermín, anda suelto
el toro de la vida y la muerte.
Juan Luis Franco – Miercóles Día 14 de Septiembre del 2016
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