Juan Heredia es un gitano de
verde luna y soles macareno que siempre reafirmó su existencia en cinco raíces
fundamentales: su trabajo de tapicero, su familia, su Esperanza Macarena, su Sevilla
FC y el Flamenco. Este gitano, cabal entre los cabales, es de
los que más saben del Arte Jondo en la Tierra de María Santísima. Exquisito en el
vestir y con unos modales en su comportamiento digno de los Salones de Versalles. Son ya muchos los
años que hace que nos conocemos y hemos compartido algunas noches de vino y Cante que solo podían verse interrumpida
por las luces de la amanecida. Tiene no menos de una docena de sombreros y
siempre los muestra orgulloso en su altiva y noble cabeza acorde con los
rigores veraniegos o invernales. Más que cumplir años parece que los descumple.
De andares garbosos y toreros encuentra el cenit de su existencia cuando porta
el pañuelo blanco de encajes en el besamanos de la Esperanza
de todas las esperanzas. Acude con frecuencia a la Capillita de San José y allí permanece sentado un
buen rato para, según me dice, recargar las pilas de la templanza que atesora
desde que acompañaba a su abuela Matilde
a la Plaza de la Feria. Lo veo venir a los lejos y antes de saludarlo ya se que
me alegrará el día. Lo paro y después de
saludarlo afectuosamente siempre le “entro a saco” al terreno donde
se encuentro más feliz: “Juani, ¿como era
la Soleá de
Charamusco que cantaba Antonio Mairena?”. Me coge del brazo y me aparta del centro de
la calle y, sin soltarme del todo, me canta por lo bajini dos o tres tercios de
los que te crujen los huesos. Luego se
va del tirón sin volver la vista atrás y dejándome una sonrisa de más y una
pena de menos. Lo veo perderse garboso calle
Sierpes abajo mientras yo sigo mi camino
en busca de la Judería sevillana. Posiblemente
ya seamos parte de una especie en vías de extinción. La de los “majaretas”
por el Arte Jondo.
Juan Luis Franco – Viernes Día 27 de Enero del 2017
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