miércoles, 29 de marzo de 2017

Canciones de juventud



Aunque sea  través de la ensoñación siempre se suele volver al espacio sentimental donde realmente fuimos felices. La juventud se nos representa como el paraíso soñado donde todo estaba por estrenarse y todavía no conocíamos el paso y los estragos de los años.  Lo hacemos siempre volviendo a la banda sonora de nuestras vidas: las canciones.  Son ellas, nuestras canciones, las que al volver a escucharlas nos recuerdan un tiempo pasado al que nunca debemos mostrarle el rostro amargo de la nostalgia. Al escucharlas volvemos a experimentar unas sensaciones nunca enterradas del todo y que nos muestran el camino de la esperanza.  Los guateques, nuestros guateques (también llamados “Picús”), eran un espacio sentimental donde la tribu juvenil se liberaba de ataduras y prejuicios. Se dividían estos bailes juveniles en dos partes claramente diferenciadas. La primera era saltarina, grupal, compulsiva y rocanrolera con temas como “El Rock de la cárcel” de Elvis o “Popotitos” de Enrique Guzmán. Después venia lo mejor de la noche que era lo que se conocía como el baile lento o “agarrao”. Ahí escogías (o mejor te escogían a ti) con quien bailar y al compás de la música y el roce de los cuerpos juveniles tocabas la gloria con la palma de la mano.  Lo mismo sonaba el “Venecia sin ti” de Charles Aznavour que los “Años jóvenes” de Cliff Richard.  El lento movimiento danzón era en semicírculo con dos pasos con el pie izquierdo y uno con el derecho. Ahora, cuando ya te levantas a evacuar liquido dos veces por la noche, escuchar estas canciones de días de vino y rosas son la manera más certera de sentirnos vivos. Algunas canciones son eternas por atarnos amorosamente a los árboles de los paraísos perdidos. Cada canción de tu vida te transporta a un encuentro o una ocasión especial. Son nuestras eternas canciones de juventud. Las ilusiones transportadas por los sonidos de las estrellas y la vida esperándonos con sus luces y sombras por las esquinas. Lo que, con el paso de los años, nos tuviera guardado Dios o el destino carecía de importancia. Que nos quiten lo “bailao”.


Juan Luis Franco – Miércoles Día 29 de Marzo del 2017

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