Aunque sea través
de la ensoñación siempre se suele volver al espacio sentimental donde realmente
fuimos felices. La juventud se nos representa como el paraíso soñado donde todo
estaba por estrenarse y todavía no conocíamos el paso y los estragos de los
años. Lo hacemos siempre volviendo a la
banda sonora de nuestras vidas: las canciones.
Son ellas, nuestras canciones, las que al volver a escucharlas nos
recuerdan un tiempo pasado al que nunca debemos mostrarle el rostro amargo de
la nostalgia. Al escucharlas volvemos a experimentar unas sensaciones nunca
enterradas del todo y que nos muestran el camino de la esperanza. Los guateques, nuestros guateques (también
llamados “Picús”), eran un espacio
sentimental donde la tribu juvenil se liberaba de ataduras y prejuicios. Se
dividían estos bailes juveniles en dos partes claramente diferenciadas. La
primera era saltarina, grupal, compulsiva y rocanrolera con temas como “El Rock de la cárcel” de Elvis o “Popotitos” de Enrique Guzmán.
Después venia lo mejor de la noche que era lo que se conocía como el baile
lento o “agarrao”. Ahí escogías (o
mejor te escogían a ti) con quien bailar y al compás de la música y el roce de
los cuerpos juveniles tocabas la gloria con la palma de la mano. Lo mismo sonaba el “Venecia sin ti” de Charles
Aznavour que los “Años jóvenes”
de Cliff Richard. El lento movimiento danzón era en semicírculo
con dos pasos con el pie izquierdo y uno con el derecho. Ahora, cuando ya te
levantas a evacuar liquido dos veces por la noche, escuchar estas canciones de
días de vino y rosas son la manera más certera de sentirnos vivos. Algunas
canciones son eternas por atarnos amorosamente a los árboles de los paraísos
perdidos. Cada canción de tu vida te transporta a un encuentro o una ocasión
especial. Son nuestras eternas canciones de juventud. Las ilusiones
transportadas por los sonidos de las estrellas y la vida esperándonos con sus
luces y sombras por las esquinas. Lo que, con el paso de los años, nos tuviera
guardado Dios o el destino carecía de
importancia. Que nos quiten lo “bailao”.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 29 de Marzo del 2017
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