miércoles, 5 de abril de 2017

Bienvenido amigo Abril



Arranca Abril, el mes de todos los meses sevillanos.  Dos meses tiene Sevilla que la define en su idiosincrasia de soles y lunas.  Nos llegó un Noviembre reflexivo y nostálgico donde las enlutadas Dolorosas  sevillanas  reflejaban sus penas de madres en el espejo del alma de los sevillanos/as. Posiblemente el mes más profundamente sevillano en sus aspectos más introspectivos. Después un Abril esplendoroso donde ya los pulsos laten por encima de los ritmos cardiacos y donde el gozo compartido es un claro exponente de que la vida tiene, en su duro y largo caminar, oasis de una belleza suprema. Con el mes abrileño todo cobra sentido en su vertiente más esplendorosa. Solo quedan unos poquillos días y unas poquillas horas y tendremos otro Domingo de Ramos. Siempre distinto y siempre enraizado en las horas donde la Ciudad se eterniza en el tiempo de las tradiciones que enlazan amorosamente el pasado con el presente. A ciertas edades poder contarse entre los que responden... ¡Está! cuando el listero mayor de la Catedral pasa lista es todo un privilegio. Iré con mis nietos a besarle la mano al que mora y recibe por San Lorenzo. Veré cruzar por la Plaza de la Alfalfa a La Candelaria con olor a judería, nardos y claveles. Mostrando en su cara el brillo de un capote torero que sabe a sangre derramada. Sus lágrimas son arrulladas por la música de Manolo Marvizón con el fondo soñado del trinar de los pájaros. Cuando Ella pasa La Alfalfa se convierte en una antigua espartería para cubrir las cinturas de sus nazarenos de blanco candelario. Pasa La Candelaria -si el tiempo se lo permite- pletórica de belleza sevillana buscando la calle como las enamoradas buscan el momento del reencuentro.  Decir “la calle” en estas fechas es decir que nos perdemos por los vericuetos del alma.  Llegará otro Jueves Santo y, siempre contando con el tiempo, mi sandalia negra cubrirá unos pies ya algo cansados y pisará un años más la rampa del Salvador.  Después, como pasó siempre, el epilogo glorioso lo pondrá el Señor de Sevilla caminando por la eterna “madrugá” sevillana.  El Cachorro con las primeras luces del atardecer del Viernes Santo dará una nueva lección de cómo se puede morir en Triana sin hacerlo del todo. Después una Virgen Trinitaria que se nutre en su belleza de los compases de los tiempos de la Santísima Trinidad dictará su hermosa lección de exquisita y fina sevillanía. Como pasó siempre será La Soledad de soledades la que cierre el pórtico de la gloria.  Pasarán cientos de cosas y situaciones sentimentales que cada uno gestiona acorde con sus devociones y su manera de pensar y sentir.  Lo dijo el poeta y dicho queda: la vida es una semana.


Juan Luis Franco – Miércoles Día 5 de Abril del 2017


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