El Flamenco, con sus artistas a la cabeza, va a sufrir un descalabro de incalculables dimensiones. Debido a los estragos del coronavirus las posibilidades sociales y económicas de subsistencia son bastante inciertas. Las oportunidades que tenían los artistas flamencos allende nuestras fronteras se presentan como muy complicadas. "La Tormenta perfecta" a compás de pandemia. El Arte Flamenco, por puro encantamiento, siempre se ha configurado como el corazón de Andalucía. Un cuerpo sin alma puede respirar y vivir pero, difícilmente, podrá sentir. El Flamenco representa en esencia todo cuanto simboliza esta bendita y maltratada tierra. Dolor y gozo. Pena y alegría. Luminosas mañanas de verdes olivares y negras noches de candiles de aceite. La Estética y la Ética avanzando cogidas de la mano por las orillas de los mares andaluces. Obviamos por reiterativo los agravios y las promesas oficiales incumplidas. Un Arte siempre ninguneado por ignorantes culturales y supremacistas de tres al cuarto. Malos tiempos les esperan a los depositarios de esta Música inmensa que, al día de hoy, goza del respeto y la admiración de todos los públicos del mundo. De manera inteligente y sensata los Artistas, nuestros Artistas flamencos, han creado una plataforma que los agrupe llamada "Unión Flamenca". No existe más salida para esta larga y dura travesía que la unión y la solidaridad. El Flamenco siempre ha conseguido superar las duras etapas por las que ha pasado y, además, ha sabido reinventarse de manera permanente. Lo heredamos de nuestros ancestros y tenemos la obligación moral, cultural y sentimental de velar por su supervivencia. Nos va el alma andaluza en ello.
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