En estos tiempos de coronavirus se nos recuerda de manera reiterativa el tener las manos siempre limpias. Es fundamental lavárselas bien y con frecuencia. Estos días no he dejado de acordarme de mi madre por la insistencia que siempre me mostraba hacia este particular. Había que tener siempre las manos limpias. Venías de niño de jugar en la calle y te recibía con un: "Juanlu lávate las manos que cualquiera sabe lo que habrás tocado". Lo que yo entonces ignoraba era que me estaba inculcando una metáfora existencial. Había que andar por la vida con las manos limpias. Demostrado está que las cabezas piensan y las manos ejecutan. Una mano acaricia y otra pega (estos días ha muerto por el virus uno que utilizaba sus manos para torturar a la gente). Una mano escribió "El Quijote" y otra firmó un decreto para la eliminación de millones de judíos. Una mano multiplicó los panes y los peces para dar de comer a los pobres y otra, para su provecho, se quedó con las panaderías y las barcas. La Historia de la Humanidad es la historia de las manos de sus pobladores. Aquello de "Por sus frutos los conoceréis" se está refiriendo en definitiva a lo que hagamos con nuestras manos. Por tanto bien haremos en seguir los sabios consejos del ayer e intentar transitar siempre por la vida con las manos limpias.
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