El Dios de la Ciudad. El eje fundamental que nos ata a madres y abuelas. La Fe de Sevilla que cada Viernes del año nos hace transitar por las veredas de la memoria sentimental. Una pequeña escalinata que termina con un suave beso en un divino talón. Las penas y las dudas resueltas en un Rostro que humaniza el dolor del mundo. Gran Poder, Sevilla, nosotros y aquellos que nos precedan. 400 años desde que el Señor llegó a la Ciudad para quedarse para siempre instalado en los corazones.
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