La gente, nuestra gente, es absolutamente admirable. Vemos a las personas desarrollar sus actividades cotidianas embozados tras una mascarilla cómo si estas siempre hubieran formado partes de sus vidas. ¡Dónde podría llegar esta tripulación con mejores capitanes a bordo! Estamos en Mayo que por razones obvias se me configura como el epicentro de mis más nobles sentimientos. El pasado día 8 mi nieta Lola cumplió 9 años de edad y hoy, día 13, mi hija Alicia cumplirá 42. La vida continúa avanzado imparable en el carrusel de los días. El tiempo convierte a los niños en adolescentes; a los adolescentes en adultos y a los adultos en ancianos. Es la Ley natural de la existencia humana: nacer, crecer, madurar y envejecer. Recuerdo como si fuera ayer el día que mi hija Alicia aterrizó en la tierra de Maria Santísima. La ayudó en ese feliz tránsito un médico que era costalero de San Esteban. Aquel día, cuando nos confirmó que la madre y la niña estaban perfectamente supe que existía el Paraíso en la Tierra. Al final todo quedó en clave de Martes Santo: uno de San Esteban ayudando a venir al mundo a una futura candelaria. Las mascarillas nos cubren el rostro pero, afortunadamente, todavía no se han inventado las que puedan taparnos las ventanas del alma. A pesar de los pesares la vida es bella y más ahora que el Betis ha dejado de empatar. Mayo, el mes de las flores y de los sentimientos compartidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario