"La verdadera belleza es aquella que logra estremecer" - Eva Yerbabuena -
Demostrado queda que cumplir años, muchos años, tiene algunas ventajas y no pocos inconvenientes. Llevo más de 60 años con el Flamenco unido a sangre y fuego a mi existencia vital. No concibo mi vida sin que en ella esté omnipresente esté Arte parido y amamantado en la vieja, noble, bella y sabia Andalucía ("Siéntase orgulloso de ser andaluz " que decía el Maestro Iñaki Gabilondo). A mí me parece que el Flamenco del siglo XXI es apasionante y ya, afortunadamente, se ha desprendido definitivamente de la miseria, la marginación y el sectarismo que históricamente lo maniataban. Hoy es respetado y admirado en todos los confines de la Tierra y se muestra jubiloso en todos los teatros del mundo. Contamos para esta hermosa expansión con una pleyade de Artistas verdaderamente inconmensurable. No nos engañemos: ni todo lo antiguo es bueno por añejo; ni todo lo contemporáneo es malo por novedoso. De todo hay en la Viña de don Silverio Franconetti. Ya quedaron superadas por falsas y obsoletas las interesadas polémicas entre payos y gitanos; voces lainas o afillas o el origen étnico y geográfico de los artistas. Compruebo, eso sí, algunos comentarios de jóvenes artistas que me sacan de mis casillas (San Iker). Es cuando en algunas entrevistas hablan de "Flamenco modernito " o de "Flamenquito ". Esto, al igual que el Jazz se llama Jazz, se llama y se llamará por siempre Flamenco. Todo queda contextualizado en clave de Libertad. La de los artistas para desarrollar su discurso creativo y la de las aficionados para recepcionar, en positivo o negativo, ese discurso. No hay más pero tampoco menos. Flamenco, este Arte único y universal, se llama Flamenco.
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