Llamar Derbi a lo que ocurrió el pasado domingo en el Benito Villamarín es mucho decir. Aquello fue más bien un entrenamiento del Sevilla con público. Lo verdaderamente lamentable era que ese público lo configuraban miles de corazones béticos. El alma del Betis hace tiempo que vive su "exilio" en Mallorca y se llama Lorenzo. La Historia, pertinaz y certera, nos dice que el Derbi sevillano es cosa de dos pero que, casi siempre, lo gana el mismo. Negar lo evidente es aparte de estéril contraproducente. Los jugadores que hoy visten la camiseta de las trece barras (¿pero la sienten?) ya utilizan su latiguillo de manual: "Aprenderemos de estos errores y saldremos más fortalecidos ". Dios lo quiera y la abuela del Rey (que era bética) vele desde los cielos por la colonia verdiblanca. Esperemos y confiemos que el "Ingeniero " no se nos convierta al final en un peón albañil (con todo mis respetos a los peones albañiles entre los que seguro habrá muchos béticos). Nadie dijo nunca que soñar y vivir en verdiblanco fuera fácil pero ya está bien de sonrojarnos por lo que otros dejan de hacer. Por siempre Palmera Avenue.
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