A principios de semana me acerco a ver ese árbol luminoso que han instalado en la Plaza de San Francisco. Dicen que es el más alto de Europa. Eso está bien, que no sólo sea el paro juvenil lo más alto que tengamos por estos lares. De todas formas, asumiendo sin complejos que te tachen de rancio tradicionalista, a mí lo que más me conmueve de este entorno sevillano es el Belén del Arquillo del Ayuntamiento. Esta semana se nos fue para siempre Verónica Forqué una de nuestras mejores actrices contemporaneas. Parece ser que el duro ejercicio de vivir se le había hecho insoportable. Se nos olvida con excesiva frecuencia que los artistas son personas que, como todas, están sujetas a los vaivenes del carrusel de la vida. Ahora se han dado cuenta estos "lumbreras " que gobiernan nuestras vidas y haciendas que la salud mental debe ocupar, más pronto que tarde, un lugar preferente en nuestra Sanidad Pública. Vivimos en una Sociedad convulsa donde todo, incluyendo los sentimientos, es de usar y tirar. El sosiego no está ni se le espera pues parece ser que sosegados consumimos menos. El Nacimiento del Mesías se ha convertido en una anécdota que ya sólo celebran de corazón un reducido número de cristianos. Los elementos urbanos navideños reflejan de todo salvo aquellos que tengan relación con la Cristiandad. Se van las personas pero permanecen para siempre sus obras que se retroalimentan de emociones compartidas. Ya se escucha a lo lejos el redoble de tambor del "Pequeño tamborilero " para rendirle pleitesía a Aquel que nacerá estos días para que los ausentes y los presentes tengan un asidero para la esperanza. El camino que lleva a Belén / baja hasta el valle que la nieve cubrió / los pastorcitos quieren ver a su Rey. Esa es la clave: se trata de ver y no de mirar.
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