El pórtico de la Gloria

Horas, unas pocas horas, y ya empezará a caminar otra Semana Santa que, por razones obvias,  será distinta a todas las conocidas. Venimos de donde venimos y estamos como estamos. Esto  justifica con creces darle un carácter extraordinario a este evento que funde en la Ciudad  sus tradiciones más nobles en un mágico conglomerado de Fe, Pasión y Sentimientos. Hace mucha falta que recibamos una sobredosis de calle en el sentido más sevillano y noble del término. Será bueno, a que dudarlo, para mejorar la muy castigada economía sevillana pero, de manera esencial, para elevar el bajo estado anímico de la Ciudad. Han sido (lo siguen siendo) tiempos durísimos donde han fallecido muchas personas y, en no pocos casos, en una situación de soledad demoledora. Empezamos a ver la luz al final del túnel pero nunca debemos desligarnos con cierta ligereza del necesario sentido de la responsabilidad. Toca nadar y guardar la ropa. Si el tiempo y las circunstancias no lo impiden volveremos a recuperar momentos y situaciones que le dan sentido a nuestras más profundas emociones sevillanas. La Macarena volverá a pasar por el Arco (magníficamente restaurado) de todos los arcos. La Trianera paseará su morena belleza por la calle más pura de Triana: Pureza. El Señor de Pasión se mostrará por calle Francos ante un selecto grupo de cofrades que más que mirar, ven. El Cachorro cruzará su Puente de regreso a la calle Castilla donde su muerte ni está ni los trianeros dejan que se produzca. La Candelaria cruzará por la Plaza de la Contratación contratando corazones rendidos a su belleza sevillana y judía. El Señor de Sevilla, como pasó siempre, recorrerá la Ciudad para dar consuelo por….todas partes. La Esperanza Trinitaria desplegará sus velas de capitana de extramuros bajo su azulejo de La Campana. Momentos inolvidables que cada cuál vivirá bajo el prisma sentimental de sus preferencias y emociones. Toca vivir intensamente la Semana (nuestra Semana Santa) donde todo confluye bajo el amparo de La Giralda. Tiempo donde prevalecen los momentos sobre las horas. Arriba el telón y, sobre todo, arriba los corazones.