martes, 10 de mayo de 2022

Los pacíficos invasores




Resulta difícil, muy difícil, que en las innumerables entrevistas que les hacen a Juan Marín (Vicepresidente de la Junta) y a Antonio Muñoz (Alcalde de Sevilla) no utilicen, antes o después, el mantra de los enormes beneficios del turismo. Nos dan datos concisos y muy elaborados del aumento considerable de la ocupación hotelera y lo contento que debemos sentirnos por los grandes beneficios que este crecimiento va a traer a nuestras vidas. Sevilla, como ocurre con Venecia, Florencia o Roma, es una Ciudad que ya está diseñada por y para el turismo de masas (ahora están estudiando la forma de que vengan menos pero que gasten más). Demostrado queda que el turismo es una de la principales fuentes de ingreso de nuestra Ciudad y que, afortunadamente, por estos lares no viene un “turismo de borrachera “ sino, por el contrario, persona civilizadas que se quedan prendadas de la belleza de nuestra Ciudad. No se le pueden poner puertas al campo y menos cuando los que entran no te pisan los trigales. Lo que ocurre es que debemos tener claro que está masificación turística tiene unos daños colaterales que terminan por desnaturalizar las señas de identidad de las ciudades que viven por y para el turismo. Por muy bien que vayan las cifras turísticas es muy difícil que los portavoces hosteleros no encuentren siempre un motivo de queja. No dejan de construirse nuevos hoteles y los pisos turísticos ya forman parte del entramado urbano del Centro de la Ciudad. Entiendo, por tener amigos en esa zona, lo “contento” que estarán con el turismo los vecinos que habitan la parte monumental de la Ciudad. Igual les pasará a los que vienen a Sevilla destinados a trabajar o a los estudiantes que vienen de fuera a la hora de encontrar un piso de alquiler. Esta situación ya es endémica y a la que tendremos que irnos acostumbrando. Aquí ya nadie habla de industria, sector servicios, investigación, desarrollo tecnológico o agricultura. Lo importante es cuantificar cuántos vuelos registra el Aeropuerto de San Pablo; el número de pernoctaciones o el gasto medio que cada turista emplea en la Ciudad. No es de extrañar que más pronto que tarde y en un ejercicio de buena colaboración ciudadana se nos pida a los sevillanos que salgamos a la calle vestidos de toreros y a las mujeres de flamencas. El turismo necesita para consolidarse de falsos estereotipos y por esta tierra en eso somos verdaderos maestros. Ya existen pocas dudas de que el motor económico de nuestra Ciudad es el turismo. Lo que ocurre, como nos ha demostrado la Pandemia, es que depender exclusivamente de ese motor lleva implícito un enorme riesgo. 

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