Afortunadamente, entre otras muchas cosas buenas, heredé de mi madre una memoria fotográfica. Recuerdo con una gran nitidez a personas, épocas o situaciones que han configurado las distintas etapas de mi ya larga existencia. En definitiva la pertenencia al Club de las primeras veces. Ahora se han invertido los papeles y ya formo parte del Club de las últimas veces. Es algo natural y las cosas que son naturales hay que tomarlas con naturalidad. En mi memoria cultural-sentimental existen tres primeros encuentros que para mí resultaron fundamentales. Fueron, la primera vez que vi una película de Paul Newman; la primera vez que escuché tocar la guitarra a Paco de Lucía y la primera vez que oí una canción de Elvis Presley. Esto ultimo me ocurrió de una manera singular. Era entonces muy joven y andaba buscando elementos que me ayudaran a configurar mi todavía incipiente personalidad. Una permanente búsqueda para complementar los elementos internos (la familia) con los elementos externos (la calle). Tenía un intimo amigo, al que la muerte nos arrebató en plena juventud, que vivía en la calle Lumbreras en pleno corazón de la Alameda sevillana. Su padre trabajaba en la Base norteamericana de Morón. A él le debo el primer pantalón vaquero que me puse en mi vida. Unos Levi’s por mas señas. Un día al pasarme a verlo me dijo que me iba a enseñar unos discos que había traído su padre de la Base. ¡Y allí estaba Elvis Presley! Era un disco pequeño (EP) de color azulado y en cuya portada aparecía la cara de Elvis esbozando una media sonrisa. Lo componían cuatro canciones: “Blue Suede Shoes”; “Love me Tender”; el “Rock de la cárcel” y “King Creole”. ¡Cualquier cosa! Existen días donde te percatas que ya nunca volverás a ser el mismo de antes. Fue de esas primeras veces que se te quedan grabadas en la memoria sentimental. Un infausto día le presté el disco a la enamorada de un amigo mío y al final él se quedó sin novia y yo sin disco. El ilusionante Club de las primeras veces que se termina anclando con el de la ultimas veces. La vida dentro del laberinto de los sueños e ilusiones que le dan sentido al gozoso y duro ejercicio de vivir. La primera vez, las primeras veces, que enmarcan a la nostalgia en el cuadro de los bellos recuerdos. Todos los estrenos son inciertos e ilusionantes a partes iguales. Primeras y últimas veces como el Alfa y el Omega de nuestras existencias. La vida girando en el Carrusel de las cosas (primeras y últimas) y que termina despeinando al tiempo. Nacer y morir como las dos caras de una misma moneda. La primera vez que respiramos y la ultima vez que lo haremos.
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