Los datos que las estadísticas ofrecen en nuestro país sobre la pobreza infantil son absolutamente demoledores. A saber: uno de cada cuatro niños está en riesgo de pobreza extrema (lo que popularmente se conoce como pasar hambre). Un Estado de Derecho que permite que tantos niños y niñas pasen necesidades vitales está a punto de que le salten sus costuras. Esta situación tan injusta como vergonzante se va medianamente cubriendo con la manta de la solidaridad. España ha sido, es y será un ejemplo de país solidario. Sevilla, la Ciudad de nuestros amores y desvelos, siempre ha sido un rotundo ejemplo de solidaridad. Como suele ocurrir con las grandes tragedias siempre suele aumentar los niveles de riqueza y por ende también los de la pobreza. La Pandemia del Covid (de la que tan poco hemos aprendido) es un clarificador ejemplo. Redoblaron sus ganancias los de siempre y aumentaron sus miserias los que configuran la infantería de la vida. Entiendo que te tachen de demagogo si te atreves a descorrer las cortinas de nuestra Sociedad. En Sevilla a efectos solidarios es fundamental el papel que cubre el Banco de Alimentos; Caritas y la inestimable colaboración de nuestras Hermandades. Todos unidos en la noble intención de paliar el hambre que, en pleno siglo XXI, sigue siendo un fantasma que recorre el mundo. Estos días y dentro de ese esperpento al que han llamado “Sesiones de Investidura” hemos visto como dos diputados equivocaban la intención de su voto. Para entendernos: tenemos a un montón de diputados y diputadas tres días a pensión completa en Madrid con la “difícil” misión de votar un si o un no y……¡dos diputados se equivocan! Esto plantea algunas preguntas de manual. ¿Cuánto le cuesta al erario publico mantener a unos políticos tan ineptos? ¿Cuántos niños comerían con ese dinero? Evidentemente estas preguntas nunca se responden y siempre sitúan al que las plantea en el campo de la demagogia. En un Estado de Derecho lo prioritario debe ser el gasto social y en ese terreno la infancia siempre debe ocupar un lugar preferente. Cuando un niño o una niña se va a la cama sin comer nuestras conciencias se pierden por los laberintos de la inoperancia. Los santos inocentes clamando al cielo para obtener respuestas.
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