sábado, 18 de noviembre de 2023

Tiempos inciertos


Este país de nuestros amores y desvelos está pasando una etapa donde todo lo domina la incertidumbre  Me encuentro amigos de distintos signos ideológicos y todos, sin excepción, me muestran una cierta preocupación por la actual situación política. La política se sustenta en la legitimidad democrática de sus partidos y estos deben  de priorizar los intereses de los ciudadanos a los que dicen representar. Tenemos una Democracia fuertemente consolidada.  Con una forma de Estado que se llama “Monarquía Parlamentaria” y donde gobierna el Partido que consigue reunir mas votos en el Parlamento de turno. La forma en que se suman aliados para poder gobernar siempre es, ha sido y será motivo de grandes polémicas. Cuando los independentistas te “prestan” sus votos son ángeles del cielo. Si se los niegan a tu Partido y se los dan al contrario son demonios de las cavernas. Esto ha pasado siempre. Felipe González y José María Aznar hoy tan revestidos de “dignidad democrática” pactaron sin problemas con nacionalistas vascos y catalanes (concretamente con Jordi Pujol que terminó con su familia en los juzgados). Las contradicciones de los políticos va en el ADN de la política. Un país no se puede encerrar tan solo en un himno, una bandera o una cabra en un desfile. Los países se vertebran en torno a sus gentes que de manera laboriosa y decente buscan su prosperidad y la de los suyos. Empresarios y trabajadores. Gente del Arte y la Cultura. Educadores y personal sanitario. Personas que enfundadas en un uniforme se sacrifican para velar por nuestra seguridad y la de nuestras familias. Todos juntos y por separado cumpliendo una misión social que nos debe llevar a cotas de prosperidad y bienestar para los nuestros. Da igual un mono de trabajo, un mandil de camarero, un traje y una corbata, portando una tiza delante de una pizarra, una mascarilla quirúrgica delante de un quirófano o un uniforme militar. Personas variopintas que configuran una sociedad variopinta. Con distintas orientaciones sexuales, políticas o religiosas pero con un denominador común: la convivencia pacifica y democrática. La mentira, las mentiras, ya forma parte de nuestra vida cotidiana. En el PP se habla abiertamente de “Golpe de Estado” cuando ellos han estado intentando negociar con los independentista (al PNV por un par de votos se le ha llegado a ofrecer el Ministerio de Industria y la plena ejecución del Plan Ibarretxe). El problema era que los independentista no le cogían el teléfono al PP. Evidentemente tampoco puede argumentar el Partido Socialista que la amnistía se aplica por ser buena para la convivencia entre españoles. Se lleva a cabo por ser exigencia imprescindible de los independentista para facilitar un nuevo Gobierno. No hay que rajarse las vestiduras ni tirarse al monte (la calle) como están haciendo algunos y algunas. “Es la política estúpidos” como alguien dijo alguna vez. Aquí lo preocupante es que se está sembrando una cosecha que al final recogerán los radicales. Me deja perplejo y preocupado observar como gente con edades similares a las de mis nietos muestran en la calle tal grado de violencia. Jóvenes que en la mayoría de los casos proceden de clases medias-altas y que se han criado como autentico príncipes. ¿Quién o quienes les están inoculando ese veneno? Ignorar nuestra Historia nos puede llevar a repetir graves errores. Hoy gobernará el Partido Socialista y posiblemente mañana lo hará el Partido Popular. En eso consiste la verdadera Democracia: en la alternancia. Asumo que estas reflexiones no son mas que “balas de fogueo dialécticas”. Un inútil ejercicio de “buenismo”. Busquemos siempre orillar a los radicales que al final terminan haciendo llorar a los niños y vistiendo de negro a las mujeres. Las personas sensatas y con vocación democrática deben buscar  -cada uno en su modesta parcela- puntos de encuentro. Allí donde mande el civismo y la concordia. ¿Difícil?, sin duda. ¿Imposible?, casi nada lo es. Rendirnos a los violentos es el peor legado que podemos dejarles a nuestros hijos y nietos. Lo dicho: tiempos inciertos estos en los que nos ha tocado vivir. Las dos Españas machadiana.



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