martes, 11 de agosto de 2009

Calles de la Memoria.

(A Ángel Vela, que nos mostró generoso las Calles de la Ciudad)

Recorrerte pausadamente sin más prisa que el coincidir con tu sombra de torres, espadañas y balcones. Soñarte pisando lentamente tu suelo fértil de amor y pena. Saberte romana, mora y cristiana en las páginas que tu Historia desgrana dulcemente. Tú eres madre, novia, hermana y amiga. No en la misma dimensión sino según se te requiera sentimentalmente. Cada tiempo en el calendario se nutre con tu vieja y nueva savia. Serás Madre cuando se escuchen cornetas y tambores, el rachear de alpargatas costaleras y lloren por tus calles lágrimas de cera. Una saeta dirá una plegaria cantaora como un dardo de amor y fe:


”Vé despacio costalero /
que esa es la mare más buena /
va su Hijo en un madero /
no hay pena como su pena”.


Novia cuando la luz y la alegría estallen en un torbellino de colores y sensualidad, y se abra en todo su esplendor la hermosa flor de tu Primavera. Hermana que nos llevará de la mano por mañanas de Corpus y Camino de romeros. Suntuosos, pero siempre de ida y vuelta. Amiga que entre sones cantaores, martilleos de fragua, nobles sudores de alfareros y sabores marineros nos enseña la otra orilla del río.

Primaverales días de luz resplandecientes que aparecen y se pierden por las esquinas de tus callejas. Rumor enamorado de fuente cantarina en jardines y plazuelas. Lluvia monótona que besa tu suelo despues de repitequear en tejas y canales. Viento otoñal que bambolea las hojas caidas como soldados en batalla:


“Por darle al viento trabajo /
cosía con hilo doble /
las hojas secas del patio”.

Frío que se te cuela brevemente como un extraño que siempre te sopla al oido, te hace estremecer y se marcha –camino de Burgos- sin decirte adios. Noches de luna llena donde te muestras en toda tu belleza y esplendor. Sueños de poetas y músicos bohemios que hacen que te ruborices.

Dijo de tí uno de Triana….”que tenías un color especial”. Bien cierto es. Color de gozo y pena. De azul añil en tu cielo. Verde/rojo en tus ventanas y balcones. De plata en tus altares que rinden pleitesía al Dios-Hombre. Brillo de oro en barcos y galeones de ultramar. De luz siempre vencedora de la sombra. De Alcázar y murallas perdidas que te preservaban de visitas inoportunas. De la añorada melancolía de los ausentes cautivos de tu amor en la distancia. Que te acicalas en el río en el doble espejo de tus dos orillas:

“El río Guadalquivir se quejaba una mañana
Me tengo que decidir entre Sevilla y Triana
Y no se donde elegir”.


Color moreno camino de San Lorenzo que es el Puerto de nuestra Fe y la Senda de los Suspiros de tus mujeres. Todos los caminos dicen que llevan a Roma y en Sevilla todos, absolutamente todos, nos llevan a las plantas de Él. Antídoto de nuestros pesares y sentires. Cerramos los ojos y Tú dulcemente nos lleva de la mano hasta su presencia.

Sentirte bajo nuestros pies con tu amoroso lazo eterno y efímero a la vez, cuando paseamos por tus calles. Oír el tañido de una campana que sobresalta a las cigueñas de un campanario. El rezo lejano y dulce de un coro en un convento de clausura…..”Dios te Salve María, llena eres de gracia…..”. La mirada triste de una enamorada no correspondida tras la reja de una ventana. El sonido de la flauta mágica de un “afilaó” de cuchillos y tijeras. El trasiego de vasos de vino en una taberna. Los primeros pasos indecisos de un niño que un mañana muy lejano arrastrará lenta y pesadamente su caminar por tu suelo.

Tus arterias son nuestro soporte de caminantes. El deambular buscando encontrarte en cada rincón por callejas y plazuelas. La gloria de saberte nuestra en todo tu esplendor y gracia. En dos televisiones locales un trianero de postín nos enseñó la grandeza de tus casas y tus vecinos ilustres (esa, entre otras, debería ser la función de la “Caja Tonta”: mostrarnos de dónde venimos y quiénes somos). Nosotros nos iremos pero otros vendrán para que nunca te sientas sola. Tomarán el relevo y todo volverá a renacer como tu Primavera. Vivirás eternamente en la semblanza que de Tí hicieron los desterrados. Aquellos que al escribirte sus cartas de amor mojaron la pluma del desconsuelo en las lágrimas de la nostalgia. Cernuda, Chaves Nogales, Montesinos, Machado…… tan tuyos como la Giralda. Al final todos los que te amaron quedarán eternamente vagando por las Calles de tu Memoria. Cautivos amorosos engarzados en los eslabones de una hermosa cadena sentimental.

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