lunes, 26 de octubre de 2009

La dualidad existencial.


Dicen, y posiblemente con mucha razón, que Sevilla es una Ciudad dual. Es decir antagónica y complementaria a la vez. El Alfa y el Omega de toda cuestión existencial. Pero esto no es privativo de Sevilla como Ciudad. Dual es también Madrid, Barcelona, Paris, Estocolmo o la mismísima Puebla de Cazalla. La dualidad no es como las orillas de un río o la doble cara de una misma moneda. Si solo cuidamos una orilla en detrimento de la otra alteramos gravemente el equilibrio que la Naturaleza nos proporciona. En esto, desgraciadamente, a lo largo de nuestra Historia siempre sacamos una nota muy alta. ¿Que cara de una moneda es la mejor?. Va a depender de por cual hayamos apostado previamente. El ser humano es contradictorio por naturaleza. Es cualquier cosa menos lineal. Se puede ser cruel por la mañana y bondadoso por la tarde y todo dentro de la misma persona. Mantenemos un difícil -y a veces imposible- equilibrio entre persona y personaje. A veces ni nosotros mismos sabemos cual de los dos está mas en consonancia con nuestra verdadera personalidad. La Sociedad actual, en Sevilla y en Pekín, nos obliga a alterar continuamente nuestro comportamiento en lo sentimental, social, espiritual o profesional. El firme comentario que sosteníamos ayer, ¿hasta cuando tendrá fecha de caducidad?. Lo que no ofrece duda es que la prueba del nueve siempre estará en la conciencia de cada uno (quien la tenga) y en su Fé (ídem).

Aquellos que nacimos en los coletazos de la triste postguerra in-civil teníamos como antídoto para contrarrestar una miseria latente la capacidad de soñar. No es casualidad que hombres/mujeres de aquella generación seamos grandes aficionados al Cine. El Séptimo Arte era una auténtica Fábrica de Sueños. Por muy pocas monedas tenias la posibilidad de huir de la triste realidad y durante dos horas instalarte en el mágico mundo del celuloide. Aquellas eran películas donde se contaban historias que conseguían emocionarnos (cosa que por cierto no ofrecía grandes dificultades) y enterrar por un rato la triste realidad del día a día. Allí ya empezaba a funcionar lo dual dentro de ti. Sentabas a un niño con ronroneo en las tripas, y al rato estabas emocionado aplaudiendo las andanzas del “bueno” de la “peli” y lógicamente, perdidamente enamorado de la “muchacha”. Luego los años te enseñaron que realidad y ficción se intercambian y llegan a confundirse como la noche y el día. Que lo real supere con creces en muchas ocasiones a lo ficticio, es tan verdad como el calor del verano o el frío del invierno.

El Cine a través de sus personajes más emblemáticos nos demuestra que el mundo interior de las personas –artistas- y la vida es mas compleja que cuanto se nos ofrece dentro de la pantalla. Las contradicciones son tantas como seres humanos habitamos en este planeta llamado Tierra. Ejemplos en el Séptimo Arte las hay tantos como estrellas en el firmamento. Son un ejemplo rotundo y clarificador de la llamada dualidad existencial.

Citemos algunos: Peter Ustinov que interpretó magistralmente a un Nerón despiado y sangriento fue en vida uno de los miembros más activos de Unicef. Bette Davis que era la mala por antomasia de las películas tuvo una infancia muy desgraciada, para posteriormente ser una esposa/madre dulce, abnegada y dando cariño a espuertas. Christopher Reeve que como Superman surcaba los cielos impartiendo justicia, terminó parapléjico en una silla de ruedas como consecuencia de la caida de una caballo. Rock Hudson que representaba la máxima expresión de virilidad en el Séptimo Arte salió del armario para decirle al mundo valientemente que era homosexual. Drew Barrymore la angelical niña de ET que nos hizo llorar a moco tendido, se enganchó al alcohol y a las drogas de las que felizmente ha logrado desengancharse. Dicen que John Wayne cuando todos creiamos que dormía a lomos de su caballo, lo hacía con un osito de peluche y con una tenue luz encendida por miedo a la oscuridad. Errol Flynn el “bueno-justiciero” del Cine por antonomasia, organizaba en su mansión unas orgias donde no existían frenos en lo moral, lo sexual y donde primaba el “todovale” en aras de la diversión más perversa (se contaba una vez, que ingresaron de suma urgencia a uno de los asistentes en una “fiestecita”, con una botella de champán incrustada en el ano).

Se argumentará: bueno, pero esos tenían el oficio de actor. Su “vida real” era otra cosa bien distinta. Cierto, pero nosotros cuando trabajamos –quien todavía tenga trabajo- en la oficina, el taller, la tienda o la fábrica…¿Qué somos?. ¿Cuánto ponemos o tenemos de personajes de ficción al cabo del día?. Cuando nos encontramos a algún conocido y nos mostramos alborozado de verlo, ¿se nos ha olvidado que es el mismo al que hace poco tiempo pusimos a parir en una reunión?. Tiremos de plena sinceridad y analizemos a lo largo de nuestra vida cuantas veces somos –o fuimos- persona y cuantas personaje. Las veces que callamos o no decimos lo que pensamos por no salirnos de lo “políticamente correcto”.

Sevilla no es dual por tener béticos o sevillistas. Gente de la Trianera o de la Macarena. Políticos –o simpatizantes- del PSOE o del PP. Belmontistas o gallistas de antaño. A eso se le llama sociabilidad y vertebración. La dualidad estará siempre en nosotros mismos. Que la batalla, en un resumen final, sea ganada `por la persona sobre el personaje será el quid de la cuestión. El antagonismo –cosa bien distinta a la dualidad- debe estar en luchar contra cualquier forma extrema de fanatismo, sectarismo, corrupción y contra aquellos, que por acumular fortuna y poder, no tienen reparos en mancillar los valores éticos de una Sociedad democrática. Los mismos que nos han dejados varados en el Puerto de la crisis más angustiosa, y luego han vuelto a surcar los mares de la usura, en busca de capturar nuevos tesoros al abordaje.

Mi –nuestra- generación se está quedando por día sin sus iconos culturales / sentimentales. Triste fue quedarnos en su día sin Marlon, Elvis, James, Lennon, Ava, Romy, Clark, Grace, Marcello, Paul, Antonio….. Nos quedará –eso sí- su arte eterno en sus canciones o películas. Esas si son imperecederas en nuestras almas como el renacer de la primavera sevillana. Alguien dijo que envejecer es sostener sobre nuestras espaldas un saco de orfandad que cada día es más pesado. Como antidoto a esta carga hoy me quedaré en mi casa y veré: “Marcado por el odio”; la 1ª y 2ª parte de “El Padrino” y “Matrimonio a la italiana”. Escucharé: “Yesterday”; “In the ghetto” y “Dos Gardenias”. Resistiré ante tanta basura y tanto materialismo. Defenderé a capa y espada una dualidad personal que entiendo muy positiva. El hombre material con sus problemas cotidianos y el espiritual, que busca sus sentimientos más recónditos en las paredes del alma.

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