lunes, 22 de febrero de 2010

Lágrimas de cera


Con mi afecto para Nita que lleva lo mejor de Sevilla en sus genes.

Siempre visualizé a Sevilla dándole forma humana. La veía –y lo veo- como una hermosa, sabia y excelsa Dama, a la que los años y los desmanes no consiguen restarle un ápice de su espléndida belleza. Siempre maltratada (en dictadura y en democracia), pero siempre altiva e intacta. Se hace madre, hermana, novia o amante según las pautas que marque nuestro calendario sentimental. Nunca es esposa pues esto llevaría implícito ataduras formales, y no esta Ella por la labor de dejarse atrapar. Nunca podremos decirle:”hasta que la muerte nos separe”, pues ni la que anida entre el frío mármol y la frontera con San Jerónimo conseguiría separarnos de Ella. El amor por esta Ciudad es pasional e irracional y sobrepasa las lindes naturales de la existencia terrenal. Quererla no es flor de un día, sino más bien jardín de paraísos infinitos.

Reconozco que en la actualidad pasear por sus arterias es un canto al desconsuelo, la rabia y la indignación. Ver el patético estado en que la han situado esta cohorte de desaprensivos, que no solo la maltratan, sino que además cobran –y bastante- por su pésima gestión política y administrativa, causan indignación y estupor. Para entendernos y no andarnos con rodeos, digamos que: esta uno hasta los huevos de tanto mentecato suelto, y tanto “pico de oro marcusiano” de pan pringao y pasados tenebrosos de Archipiélagos Gulag. Todo tiene un limite y aquí hace bastante tiempo que ya tocamos techo.


Sevilla, en sus aconteceres, siempre fue excesiva. Excesiva es su pertinaz y a veces inoportuna lluvia. Excesivo es su larguísimo y riguroso verano. Excesivo es el enorme interés que mostramos por sus Fiestas, y el desinterés por mejorar la Ciudad en el cotidiano día a día. Somos sevillanos de capirotes, tardes de toros, procesiones de Corpus y Virgen de los Reyes, discusiones futboleras y excelsos anfitriones en casetas de Feria y carretas rocieras. Somos excesivos en el fondo y en la forma, pero eso si: solo en cuestiones puntuales.


Como no podría ser de otra forma, Sevilla –siempre excesiva- no padece una crisis socio-económica sino que padece ¡cuatro!. Primero la que le llega desde la Aldea Global. Allí donde un Obama lleno de buenas intenciones se estrella una y otra vez contra los tiburones de las finanzas y la política (incluyendo la judicial). Luego la crisis“Made in Spain”, afrontada por un dirigente incoloro, insípido e inodoro. El mismo que cambia de criterio de lunes a martes, y que días atrás ha enviado a doña Elena Salgado con un Secretario de nosequecosa, a explicarle a los europeos que no somos tan nefastos como nos pintan, y que las cosas se están haciendo bastante bien por aquí. Luego la regional, donde todavía no hemos notado mejoría con el cambio de Presidente (cosa que no era demasiado difícil). Sabemos, eso si, que a don José Antonio Griñán le gusta que le llamen Pepe, que es un gran aficionado al Cine y a la Lectura y, que como buen socialdemócrata apuesta decididamente por la Educación. Pues bien, como todavía confío en las buenas cualidades políticas de este hombre, le diría desde el mayor de los respetos: ¡Pepe, espabila joé y tira de una vez del carro de Andalucía!.
Por último la guinda al pastel de esta mareante y pertinaz crisis la tenemos en Sevilla y sus gobernantes locales. Sinceramente aquí ya me pierdo en calificativos. Basta con visionar algunos de los videos de los plenos municipales que nos ofrecen en el “pograma” de SevillaTV (“Ojos que nos ven”), para caer en el más absoluto de los desánimos. ¡Vaya nivelito político y cultural que se gastan sus señorías!.

Lo lamentable, lo verdaderamente lamentable, es comprobar la inercia y el pasotismo de la Sociedad Civil sevillana para rearmarse democráticamente y decirle a los políticos ¡hasta aquí hemos llegado!. Pero no caerá esa breva. Estamos más cómodos instalados en nuestras batallitas personales, siempre esperando que las soluciones vengan como un maná caído del cielo.

Conozco amigos, sevillanos de pro, que dado que sus posibilidades se lo permitían, se han ido a vivir al Aljarafe para soñar a Sevilla desde su cornisa, y visitarla en momentos puntuales. Sevilla se sufre en las distancias cortas y se añora preso de la melancolía en las largas. Fue así en el ayer y lo será secular seculorum.

Lágrimas de cera que no solo caen desde los cirios de sus nazarenos, sino de los ojos de algunos de sus hijos que comprueban con desaliento, como a tan hermosa Dama la llenan continuamente de harapos. Para luego vendernos que no son trapos los que adornan su cuerpo, sino alta costura modernista. Argumentan que ellos no son responsables de nuestra cerrazón y el sentimiento ombliguista que nos invade.

Será eso, pues sí ellos cobran por pensar y actuar deben ser más inteligentes que nosotros. Lo seguro es que si alguna vez derraman sus lágrimas, no serán de cera precisamente sino de cocodrilos.

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