miércoles, 2 de marzo de 2011

No llamarla Justicia cuando queréis decir Ley.



La vida está programada en su vertiente natural para que sean los hijos quienes entierren a los padres. Cuando ocurre al revés, el gráfico de la pena alcanza su cota más alta. Nada, absolutamente nada, existe más doloroso en este noble y duro ejercicio al que llaman vida que enterrar a un hijo. En los primeros días del pasado febrero la prensa se hacia eco de la muerte en “accidente” de tráfico de la hija del actor Toni Cantó y de Eva Cobo. Tenía 18 años de edad y era una muchacha en la flor de su vida. De una deslumbrante belleza tanto exterior como interiormente. Su novio también falleció en el terrible “accidente” El causante de la tragedia fue una kamikaze que iba al volante de su coche “hasta las trancas” de alcohol y drogas. Cuando la rueda de la Ley empiece a ponerse en marcha nos enteraremos que se trata de un “homicidio involuntario”; que el hecho de que iba “ciego” de todo es un atenuante al no ser dueño de sus actos. Un buen abogado y una sentencia de tres o cuatro años, más la retirada por un tiempo prudencial del carné de conducir, será el costo que tendrá que pagar el causante de esta tragedia. Luego, si carece de antecedentes penales, la cosa se podrá suavizar, y en uno o dos años estará de nuevo presto para repetir sus “hazañas” automovilísticas.

Coincide esos días con el comienzo del juicio contra uno de los secuaces del asesino confeso de Marta del Castillo. La llegada al juicio de un tal Samuel para declarar no nos deja dudas del “castigo” que le espera a esta ralea. Iba el “muchacho” vestido en plan fashion, recubierto de desparpajo y sin omitir un detalle en su porte de falso cantante o tenebrosa estrella del celuloide. Saben, lo saben todos con absoluta certeza, que no se van a pudrir en la cárcel. No solamente no están para nada arrepentido de su “hazaña”, sino que encima están locos de contento por pertenecer al clan de los personajes mediáticos. Es terrible e inhumano el doloroso y cruel recorrido sentimental al que están sometiendo a estos atribulados padres que, ya solo quieren, darle sepultura a su hija y tener un sitio donde depositar flores cada Primero de Noviembre. No dirán bajo ningún concepto donde se deshicieron del cuerpo de la infeliz muchacha. No les interesa ni jurídica ni legalmente. Son cualquier cosa menos tontos.

Cuando vemos en los informativos a esos etarras alojados tras una mampara que los sitúa en su innoble condición de fieras peligrosas y, vemos su tranquilidad y su buen humor entre ellos o con algún batasuno del público, ¿alguien cree que van a cumplir íntegramente sus condenas? Ellos al menos están seguros de que no será así. ETA se irá desarmando poco a poco (obligada por el cerco policial) y a sus presos primero los iran acercando al País Vasco, para posteriormente ir abriendo poco a poco y a la “remanguillé” las cancelas de los presidios. Los cientos y cientos de viudas y huérfanos que ha provocado su larga y criminal actividad, serán obligados a tragarse su dolor en aras del definitivo derrumbe del terrorismo. Los Carcaños y los Cherokees nos van a enseñar, desgraciadamente a mucho no tardar, la gran diferencia entre la Ley y la Justicia. Tiempo al tiempo.

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