“Las madres para los hombres
son muy importantes,
las llevan toda la vida puesta”
- Antonio Gamoneda –
Suena en mi ordenador “Double-O” de Count Basie, o lo que es lo mismo el buen Jazz elevado a su enésima potencia. Cada día que pasa estoy más convencido de que las aficiones o bien son inducidas o, por el contrario, se aparecen en tu vida de la manera más inesperada y sorprendente. En mi caso, el Flamenco y los Toros me llegaron por vía paterna. El Jazz por mi precoz afición al Cine y fundamentalmente al Cine Negro. Aquellos Club de Jazz con música de fondo entre vasos de bourbon; humo de cigarrillos y mujeres fatales pero deslumbrantes, podían con cualquiera. ¿Quien no ha soñado alguna vez con formar parte de esos escenarios donde la vida –mala o buena según se mire- caminaba cogida de la mano con el misterio? ¿Cómo va a ser lo mismo morir con las arterias reventadas por la comida basura, que hacerlo envenenado por Bette Davis con un vaso de wisky en la mano y escuchando de fondo a Louis Armstrong tocando la trompeta? No hay color. Mi afición por la lectura me nació gracias a mi abuelo Félix y a los tebeos del “Capitán Trueno”. La música clásica fue una apuesta personal por comprobar si era verdad aquello de que la música amansa a la fiera. Curiosamente en la figura de mi madre es donde con el paso de los años he comprobado que esta mi auténtica personalidad. Ocupando un segundo plano siempre alentaba mis aficiones como antídoto para evitar que aparecieran los vicios. ¡Lo que no sepa una madre! ¿Quién era la que me daba dinero para tebeos, revistas y libros? ¿Quién me decía que fuera a la “Esquina del Hotel Madrid” a comprarme algún disco? ¿Quién me llevaba a los cines de verano y escogía las películas que más eran de mi agrado? ¿Quién con la excusa de que mi padre no se cayera borracho por la calle, me mandaba a recogerlo a los “Templos” del mollate y el Cante sevillanos? ¿Cómo no va estar ella presente en todas mis aficiones? Es curiosa la capacidad que tienen para envolverte desde el cariño, posibilitando que desarrolles tu personalidad como si la cosa no fuera con ellas. Nunca han querido medallas que siempre terminan colgando del pecho vanidoso de los hombres. Quieren hijos bien terminados aunque sean ellas, valga la redundancia, quienes terminen apartadas por los mismos. Subrepticiamente, como el suave vuelo de la mariposa, velan tu sueño y tu vida olvidándose, muchas veces, de vivir la suya. Evidentemente, cuando hablo de madre no hablo solo de parir (que también), hablo de: sacrificio, entrega, dolor, pena, esfuerzo, ejemplo, desprendimiento…. Representan nuestro eslabón sentimental más sólido y duradero en el tiempo. El poemario del Flamenco las cita de manera pertinaz y continua: :
son muy importantes,
las llevan toda la vida puesta”
- Antonio Gamoneda –
Suena en mi ordenador “Double-O” de Count Basie, o lo que es lo mismo el buen Jazz elevado a su enésima potencia. Cada día que pasa estoy más convencido de que las aficiones o bien son inducidas o, por el contrario, se aparecen en tu vida de la manera más inesperada y sorprendente. En mi caso, el Flamenco y los Toros me llegaron por vía paterna. El Jazz por mi precoz afición al Cine y fundamentalmente al Cine Negro. Aquellos Club de Jazz con música de fondo entre vasos de bourbon; humo de cigarrillos y mujeres fatales pero deslumbrantes, podían con cualquiera. ¿Quien no ha soñado alguna vez con formar parte de esos escenarios donde la vida –mala o buena según se mire- caminaba cogida de la mano con el misterio? ¿Cómo va a ser lo mismo morir con las arterias reventadas por la comida basura, que hacerlo envenenado por Bette Davis con un vaso de wisky en la mano y escuchando de fondo a Louis Armstrong tocando la trompeta? No hay color. Mi afición por la lectura me nació gracias a mi abuelo Félix y a los tebeos del “Capitán Trueno”. La música clásica fue una apuesta personal por comprobar si era verdad aquello de que la música amansa a la fiera. Curiosamente en la figura de mi madre es donde con el paso de los años he comprobado que esta mi auténtica personalidad. Ocupando un segundo plano siempre alentaba mis aficiones como antídoto para evitar que aparecieran los vicios. ¡Lo que no sepa una madre! ¿Quién era la que me daba dinero para tebeos, revistas y libros? ¿Quién me decía que fuera a la “Esquina del Hotel Madrid” a comprarme algún disco? ¿Quién me llevaba a los cines de verano y escogía las películas que más eran de mi agrado? ¿Quién con la excusa de que mi padre no se cayera borracho por la calle, me mandaba a recogerlo a los “Templos” del mollate y el Cante sevillanos? ¿Cómo no va estar ella presente en todas mis aficiones? Es curiosa la capacidad que tienen para envolverte desde el cariño, posibilitando que desarrolles tu personalidad como si la cosa no fuera con ellas. Nunca han querido medallas que siempre terminan colgando del pecho vanidoso de los hombres. Quieren hijos bien terminados aunque sean ellas, valga la redundancia, quienes terminen apartadas por los mismos. Subrepticiamente, como el suave vuelo de la mariposa, velan tu sueño y tu vida olvidándose, muchas veces, de vivir la suya. Evidentemente, cuando hablo de madre no hablo solo de parir (que también), hablo de: sacrificio, entrega, dolor, pena, esfuerzo, ejemplo, desprendimiento…. Representan nuestro eslabón sentimental más sólido y duradero en el tiempo. El poemario del Flamenco las cita de manera pertinaz y continua: :
“Que Dios maldiga este sueño/ que tan profundo he dormio / que se han llevado a la mare mía y ni siquiera la he sentio”.
Las madres son la madres y ya está tó dicho. Los tebeos del Capitán Trueno. Por ahí empezó la afición a la lectura de casi todos, cuánto daría por tener un par de ellos ahora mismo me los bebía... Gracias por estas entradas, Juan Luis. Saludos, José Luis Tirado.
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