A José Luis Tirado, que tiene a Tomás Pavón en el epicentro de sus emociones más jondas y flamencas.
Curiosamente el Flamenco y fundamentalmente el Cante se nutren de una fórmula intelectualmente perversa: la afirmación a través de la negación. Es decir si alabamos hasta el paroxismo la obra y la figura de Antonio Mairena de manera paralela hay que “tirar por tierra” la de Pepe Marchena. O al revés, que tanto monta monta tanto. Siempre desde mi juventud me he negado a participar en ese maniqueísmo inquisitorial donde el Flamenco queda apresado en un localismo asfixiante. Los Grandes del Cante -que a no dudar han sido muchos los llamados y pocos los elegidos- ya prácticamente están configurados en el llamado Olimpo de la Jondología. Para la eternidad las excelsas figuras cantaoras de Tomás, Pastora, Vallejo, Marchena, Caracol, Mairena, Fosforito, Porrinas, Camarón y Morente. La enorme y trascendental importancia cantaora de don Antonio Chacón, Silverio o Manuel Torre son incuestionables pero, o bien sus grabaciones están muy lejos de poder calibrarlos en toda su grandeza o, como en el caso de Silverio, no llegaron a grabar. Un aficionado solo dispone para su posicionamiento critico-sentimental con la posibilidad de escuchar el Cante a través de sus intérpretes. Luego, evidentemente, cada uno elaborará su particular “hit-parade” en función de su sentido de la estética y la “jondura” flamenca. Por tanto, afirmar quien ha sido el Cantaor más completo de la Historia del Cante Flamenco siempre será una cuestión puramente subjetiva. Ni hemos podido escucharlos a todos, ni tenemos porque renunciar a nuestros enunciados “ideológicos” flamencos. En lo que a mi respecta siempre me he considerado un converso y confeso “caracolero” sin renunciar, evidentemente, al disfrute de todos los Grandes del Cante. Restar o dividir en cualquier manifestación artística es, además de autodestructivo, una sutil manera de mutilar nuestra particular capacidad se sentir y pensar. Nadie en su sano juicio tiraría piedras sobre el tejado que sostiene sus aficiones más arraigadas. Estoy completamente de acuerdo con mi colega en sentires flamencos y sevillanos, José Luis Tirado, cuando afirma que en Tomás Pavón y su hermana Pastora se encuentra la cima más excelsa del Cante Flamenco. Cuentan que un día Dios se planteó dotar a la música de alma. Vertió sobre una tarima celestial el “Tarro de las Esencias” y lo dividió en cuatro partes. Una, la derramó sobre Nueva Orleáns; otra la dejó caer sobre La Habana; la tercera se la espolvoreó a Triana y, la cuarta, la desparramó íntegramente en el seno de una familia gitana de la Puerta Osario sevillana: la Casa de los Pavones. Y dijo nuestro Dios poniendo su celestial mirada en el Barrio de Triana: “Hágase el buen Cante”, y se escuchó cantar a Tomás Pavón el “Reniego” por Siguiriyas. Imprescindible, totalmente imprescindible, resulta para cualquier buen aficionado que quiera conocer la importancia cantaora de los Pavones leer lo escrito por el Maestro Manolo Bohórquez: “Tomás Pavón. El Príncipe de la Alameda” y, “La Niña de los Peines en la Casa de los Pavón”. En ellos está la Esencia y sería un sacrilegio cuestionar la Obra de Dios. Lo dice la Biblia del Flamenco: “Por sus Cantes los conoceréis”.
Ante todo, querido Juan Luis, agradecer tu dedicatoria, que no merezco,y aunque suene a tópico, realmente yo no me considero nadie en flamenco, aunque sí muy libre, tanto como para expresar mis opiniones en cualquier ámbito, sobre todo en miblog de internet. En cuanto al cuerpo de tu magnifica entrada, tendría que añadir que, si bien, como dices, cada uno tiene la opción de elaborar su particular hit-parade, siempre tendrá un número uno, como es natural, y un número de cierre. Como yo he crecido escuchando flamenco, y aunque no lo haya escuchado todo sí tengo un amplio espectro para la decantación, en ése número uno tengo, como una firme encina, anclado a Tomás, y como digo en mi blog, si maravillaba a Pastora, siendo ella reconocida como el culmen del arte, ¿Cómo no va a embelesarnos a nosotros? Un saludo y mi admiración.
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