lunes, 9 de enero de 2012

Los Caminos del Señor…empiezan en Enero



Los días de Enero ya tampoco son los de antaño. Antes había que recorrer este largo mes con los bolsillos vacíos después de tanto gasto realizado. Era lo que se conocía como “la Cuesta de Enero”. Lo hacíamos resignadamente y sin grandes sobresaltos. Siempre con la resaca de los hermosos días transcurridos. Estábamos más tiesos que una mojama pero que nos quitaran lo copiosamente bebido, comido y/o regalado. Ahora y motivado por la Crisis vivimos todo el año instalados en la Cuesta… del Rosario. Intentamos, inútilmente, llegar desde el Salvador hasta la Plaza de la Pescadería sin conseguir traspasar el hermoso umbral del azulejo del Cristo del Amor. No hay manera de arribar hacia la luz azul y plata que desde la atalaya de San Nicolás de Bari desprende la Candelaria. Estamos –o mejor nos tienen- atascados y vivimos inmersos en un sin vivir repleto de vicisitudes. Ya las rebajas con los bolsillos exhaustos tienen muy corto recorrido comercial. Los precios están por los suelos pero, lamentablemente, nosotros estamos todavía algo más bajo. Pero Enero, afortunadamente, trasciende y vence con su eterno resplandor a los fugaces reflejos de los escaparates. Ya es Historia, noble y hermosa Historia sevillana, el Quinario del Señor de Sevilla. Esta Ciudad no podía empezar el año más que rindiéndole pleitesía al que vive y recibe en la Plaza de San Lorenzo. Después, y sin solución de continuidad, empieza en el Divino Salvador la Novena al Señor de la Pasión. Momentos pasionales de magia compartida junto a gente que sienten, lo que yo siento, sin necesidad de vacuos alardes sentimentales. Sabemos que Él nos convoca en torno a su mesa para que hagamos propósito de enmienda y llenemos nuestros corazones de nueva savia renovada. Apasionarnos con Ellos es la mejor forma de sentirnos vivos. Gran Poder y Pasión; Pasión y Gran Poder, como los máximos exponentes de un Jesús sevillano incardinado en los sentimientos más nobles de la gente. Uno, es el Señor de Sevilla por así determinarlo la devoción de sevillanos y sevillanas a lo largo de los siglos. Otro, es un referente inexcusable cuando intentamos buscar la paz espiritual y un poco de respiro que palie nuestras ajetreadas vidas. Esa es la diferencia: el Gran Poder nos da consuelo y Pasión nos da sosiego. Enero arranca en sus primeros días rindiéndole culto a quienes mejor representan el barroco más excelso. La simbolización en noble madera celestial de la egregia figura de Jesús de Nazaret. Es difícil, tremendamente difícil, imaginarlos fuera del contexto urbano de la Ciudad. Fueron creados para que Sevilla tuviera unos referentes sentimentales atados a sus tradiciones más nobles. Generación tras generación han sido miles y miles de sevillanos los que se han acercado al encuentro del Señor de Sevilla. El Señor de la Pasión, pausadamente y gota a gota, se nutre de Sevilla –nutriéndonos a los sevillanos- desde la divina mansedumbre de su rostro. Marcan desde los umbrales de Enero los preámbulos mágicos de la siempre soñada primavera sevillana. Son dos que, a la postre, se transforman en uno. Entre Juanes anda el juego. Maestro, un Juan (Martínez Montañés) y, alumno aventajado, otro Juan (de Mesa). Pasión y Gran Poder para explicarnos rotundamente la Teología popular a través de la gubia.

En Ellos todo tiene y cobra sentido. Con Ellos los Caminos del Señor dejan de ser inescrutables para convertirse en senderos de Gloria sevillana. Avanza Enero y ya vuelve, una vez más, a ponerse en marcha el Círculo mágico de la Ciudad. Todo nuevo y todo eterno a la vez. La hermosa Historia interminable.

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