Parece ser de una lógica aplastante que las Listas electorales de los distintos Partidos la compongan personas de reconocida capacidad en sus áreas profesionales (asumiendo que algunos políticos tienen como profesión eso: la Política). Esto debía ser de obligado cumplimiento fundamentalmente en las Municipales. Se trata, en definitiva, de gestionar en primera persona unas Áreas Sociales, Urbanísticas y/o Económicas donde la preparación profesional se nos antoja como algo absolutamente imprescindible. Son muchos millones de euros procedentes del trabajo y el esfuerzo de muchísimos ciudadanos como para ir “aprendiendo” sobre la marcha. Pero evidente y lamentablemente las cosas no siempre funcionan así. Los Partidos –fundamentalmente uno que ustedes y yo conocemos- confeccionan las Listas bajo los criterios emanados de los Distritos y su vital importancia en el recuento de votos. Se colocan en puestos claves a algunos militantes cuyo principal mérito son “los servicios prestados” al Partido a lo largo de los años. No se confeccionan por tanto las Listas –ni las Torpes- buscando la eficacia sino el complacer a la “militancia de base”. Resulta obvio que no se puede nombrar, para gestionar grandes recursos económicos, a un sindicalista liberado cuya profesión –tan digna como cualquiera- era la de electricista de mantenimiento en una fábrica. Para hacerlo se ven obligados a contratar a una cohorte de asesores que provocan una gran sangría en los presupuestos aparte de, en no pocas ocasiones, darle “carrete” al responsable del Área en cuestión. Son ya muchos los ejemplos contrastados en ese sentido como para no cuestionar rotundamente esta forma de “elección” de candidatos. Al final, como no podía ser de otra manera, nos cuesta siempre el dinero a los ciudadanos. Uno de los lemas de los “Indignados” del 15-M dice: “Que no, que no, que no nos representan”. Esto resulta evidente que es cierto: solo se representan a ellos mismos y a los Partidos que los “colocan” en puestos para los que carecen de formación. La Democracia, a que dudarlo, está herida de muerte y sanarla no va a resultar una tarea fácil. Mientras los demócratas no guardemos en el “Baúl de los Recuerdos” nuestro bagaje sentimental y votemos –o no- buscando la verdad y la transparencia poco bueno podemos esperar. Hoy los postulados ideológicos de los Partidos son contradictorios y nadie sabe ya donde ubicarse. Cambiar el sentido del voto o hacerlo en blanco –opción que hoy considero fundamental- no debía significar un trauma sentimental para nadie. Resulta complicado al día de hoy aclararnos sobre quienes son “los nuestros” y quienes son “los contrarios”. Las Finanzas han terminado de enterrar las ideologías en el Cementerio de la ambigüedad. Cada uno tiene perfecto derecho a seguir auto-engañándose el tiempo que considere oportuno. Pero, a no dudarlo, estamos en una carrera contra reloj donde los problemas empezarán a solucionarse con cambios individuales profundos. Ya los martillos no encuentran puntillas por clavar; ni las hoces espigas para cortar. Los puños hace tiempo que se abrieron para “coger billetes” y la rosa se murió de pena en la tumba de Pablo Iglesias. La Gaviota se marchó llorando por los mares, comprobando que hay conservadores españoles a los que solo les interesa “conservar” la pobreza. Querer verlo o no verlo, he ahí la cuestión.
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