Para visitar al Gran Poder se debe –o se debía- en la ida entrar por la calle del mismo nombre. Luego girar por Conde Barajas y tras mirar de reojo la Casa de Bécquer “aterrizar” en San Lorenzo. La vuelta por Cardenal Spinola hasta desembocar en la Plaza de la Gavidia. Primero nos ponemos en las misericordiosas manos del Señor y después ante los enormes pies de Daoiz. Al comienzo de la calle Jesús del Gran Poder, y muy cerca de la antigua Farmacia Militar, se encuentra ubicada una Tienda de Artículos cofradieros y/o religiosos: “Mundo Cofrade”. Al frente y a ambos lados de la misma está –o mejor estaba- una mujer tan menuda de cuerpo como grande de corazón. Todos los que por allí buscamos parada y fonda la conocemos por Magdalena. Pues bien me llega a través de Santi Pardo y Salva Gavira (que comparte conmigo la autoría de este luctuoso “Toma de Horas”) la triste noticia del repentino fallecimiento de esta excelente persona. Mujer todavía joven y con muchas cosas por decir y hacer. Pues bien –o mejor mal- Magdalena empezó a padecer el pasado domingo unos problemas digestivos que, de manera tan sorprendente como galopante, han terminado por darla de baja en el Reino de los que todavía respiramos. Quienes tuvimos la suerte de conocerla y tratarla vamos a notar el desarraigo de tan sensible perdida. Insisto, ya son demasiada las veces que los “Toma de Horas” se impregnan del velo negro de las mujeres lorquianas. Terminaremos abriendo cuenta en las cafetería de los tanatorios sevillanos. Tremenda época la que nos ha tocado vivir. Recuerdo estas pasadas navidades que le encargué un nazarenito en barro de la Candelaria para “echárselo” (así se ha dicho siempre) a mi hija Alicia por Reyes. Me lo envolvió con tanto mimo y esmero que el nazarenito se nos quedó placidamente dormido. Salva Gavira (la conoció y trató más intensamente que yo) y Juan Luis Franco -tanto monta monta tanto- suscribimos y compartimos este “Toma de Horas”. Está repleto de sentimientos cofrades y sensaciones de indefensa orfandad ante el Destino (o los designios de Dios). Descansa en paz Magdalena, posiblemente pensemos que todavía no te tocaba irte para los cielos. Dios tiene sus propios planes y, en un gesto de sentida irreverencia, digamos como con muchas sentencias judiciales: las acatamos pero no las compartimos. Cuídala y que ella cuide de nosotros cuando avancemos en busca de Él por la calle Jesús del Gran Poder.
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