lunes, 3 de septiembre de 2012

El renacer de las cosas


“Yo no me aclaro contigo
dices adiós cuando llegas
y hola cuando te has ido”.

Comenzó septiembre su cuenta….adelante. Las cosas renacen de nuevo en una Ciudad marcada por la huella del tiempo (eterno) y de los tiempos (volátiles). Ahora comienza el “Curso” en casi todas las cosas. Los que todavía conservan su trabajo vuelven a él con la inevitable inquietud de por cuanto tiempo podrán conservarlo. Los niños estrenan llanto y babi en las puertas de las guarderías que en unos días se trocarán en risas compartidas. Los menos niños abren la puerta de la Universidad con la llave de la Selectividad. Cursarán Estudios Superiores para luego llenar de talento los países de la vieja Europa. Triste sino el de esta tierra nuestra: se van los que, por hacernos falta, debían quedarse y se quedan aquellos que, por inútiles y tramposos, tenían que sobrarnos. El verano cada día se dilata más en el tiempo como para pensar que los días de calor están ya finiquitados. Pero, eso si, tendremos la sensación, dulce sensación, de que los rigurosos calores han sido derrotados. Los gimnasios es ahora, en septiembre, cuando hacen su “agosto”, con los propósitos de enmienda de aquellos donde tomó forma la “barriguita cervecera”. Las playas se irán quedando paulatinamente vacías para convertirse de nuevo felizmente en la orilla de los mares. Los chiringuitos, con su caudal de sardinas y tortillitas de camarones, ya tendrán fecha de caducidad en los próximos días. Como vivimos en una época donde todos los artilugios modernos “sacan” fotos y todo es susceptible de ser fotografiado, llenaremos las casas de instantáneas plasmadas efímeramente en el, no menos, efímero verano. Es en septiembre cuando se da en la Ciudad el pistoletazo de salida para “lo que está por llegar”. Es el mes donde, a modo de contenedor, depositamos en verano todos aquellos asuntos que admiten un paréntesis en el tiempo: “Lo vemos; lo arreglamos y/o lo solucionamos en septiembre” Ya es historia la Copa de Europa conquistada brillantemente por España. Pasaron las Olimpiadas londinenses, donde España salvó la honra “medallera” en el último tramo (sublime, eso si, Mireia Belmonte). Otra Velá de Sant`Ana (imprescindible leer los dos libros que Ángel Vela ha escrito sobre la misma). Otros Sanfermines. Otro Corpus. Otra salida de la Virgen de los Reyes y la sensación agridulce de que estamos un año más lejos del periodo dorado de nuestra infancia. El 5 de agosto del 2012 se murió la gran Chavela Vargas y el mismo día de 1962 falleció Marilyn Monroe. El 16 se cumplió el 35 aniversario de la muerte de Elvis. El 13 de agosto de 1934 mató un toro en Manzanares a Ignacio Sánchez Mejías. El 10 cumplí y conseguí alcanzar los 66 años de edad (¡Dios mío que lejos está ya el chiquillo de Encarna la del zaguán!). El 25 falleció Neil Armstrong y ya duerme para siempre en la luna que un día pisó. Se nos murió un Curro Jiménez de verdad (Sancho Gracia) y nos nació uno de mentirijilla (Sánchez Gordillo). Los niños Ruth y José ya nunca aparecerán y el aire de las tardes andaluzas huele estos días al azufre de la maldad infinita. Llega septiembre y será el tiempo de reencuentros con gente que quieres y te quieren. La Ciudad empieza a desperezarse para que de nuevo se ponga en marcha el reloj de las cosas eternas e imperecederas.
 
  Llegó septiembre y empiezan a sonar los compases de una nueva ilusión hoy en franco retroceso pero nunca derrotada.
 
Queremos que la Ciudad de sentido a nuestras vidas, cuando precisamente somos nosotros los que debemos dársela a Ella.
 
Nota gozosa: El próximo día 17 se le entregará a Manolo Franco la distinción “Compás del Cante” (el llamado Nobel del Flamenco) que nació y se desarrolla bajo los auspicios de la Fundación Cruz Campo. Manuel Franco Barón es un ciudadano ejemplar. Manolo Franco es un guitarrista excepcional. Desde que en 1984 consiguiera el “Giraldillo del Toque” en la III Bienal su carrera ha sido un continuo escalar hacia la gloria de los grandes guitarristas del Flamenco.
 
Enhorabuena a Manolo en particular y a todo el mundo del Flamenco y la Cultura andaluza en general ante tan importante distinción. El toque flamenco en las manos de Manolo Franco alcanza la categoría de sublime.

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