viernes, 7 de septiembre de 2012

Volvemos en cuatro minutos


Que duda cabe que nuestras maltrechas y desosegadas existencias se encuentran plenamente inmersas en el mundo de la Publicidad. ¿Cuánto tiempo de sus ratos de ocio se le hurta a través de la “Publi” a una persona perteneciente a una Sociedad “avanzada”? Nos saldría un gran porcentaje de horas, días y meses verdaderamente sorprendentes. Estudios rigurosos demuestran que si un español ve una media de cuatro horas diarias en una televisión convencional, un veinte y cinco por ciento lo será de Publicidad. Cada veinte minutos de programación lleva implícito al menos cinco de “anuncios”. Esta Sociedad está montada sobre el consumismo más feroz y tratar de desmontarla se nos antoja tarea hartamente complicada. Nuestra vida cotidiana está inmersa en una maraña de anuncios que nos persiguen por donde quiera que nos movamos (no sería de extrañar que cuando el primer hombre ponga su pie en Marte se encuentre con un cartel que diga: “Con Iberia ya habría llegado”). Hasta la fecha, y como resultado de una feliz y aplaudida iniciativa, RTVE se mantiene al margen de la esclavitud –para nosotros- que dimana de la Publicidad. Por cuanto tiempo (dado los “nuevos tiempos” que corren por el Ente público) es una incógnita que posiblemente dentro de poco quede despejada. Se amasan y se mueven grandísimas fortunas en torno a la Publicidad, quedando meridianamente claro que la misma influye decisivamente en nuestras iniciativas consumidoras. Los personajes mediáticos son contratados cifrando su peso en oro para promover campañas publicitarias. Son las mujeres y los adolescentes los centros de atención preferente de los publicistas pues saben, con razones fundadas, que sobre los “carrozas” la posibilidad de influir se encuentran más restringidos. Existen publicitados artículos de lujo que, sinceramente, se me representan un insulto para la sensibilidad de las personas que saben –sabemos- lo que por aquí está pasando. Vivimos en una Sociedad “moderna” donde, desgraciadamente, tu verdadera valía es el resultado del coche que conduces; donde pases las vacaciones; el traje que te pones; el güisqui que tomas a media tarde y la colonia que usas. Tu interior no cuenta y solo lo explora cada día una montaña de alimentos con fibras o bifidus activos que te ayuden –eso si sanamente- a defecar placenteramente cada mañana. ¿Qué son las campañas electorales sino grandes estrategias publicitarias? Te prometen un mundo feliz y luego –Rajoy dixit- te dicen que es una ingenuidad creer en los mundos felices. Es rigurosamente cierto que vuelven en cuatro minutos exactos y eso es lo verdaderamente preocupante: que ellos vuelven y nosotros siempre los estamos esperando. La privacidad hace tiempo que ni está ni se le espera y te bombardean telefónicamente en tu propia casa para que compres aquello que “gentilmente” te ofrecen. Somos, más que personas, “objetos” manipulables y potenciales compradores de algo que intentan vendernos. No cambies de canal que vuelven en cuatro minutos. Volverán, ya lo creo que volverán, esta gente es gente seria y su palabra va a misa (fundamentalmente si está lleno el “cepillo” de la capilla).

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