miércoles, 17 de octubre de 2012

Coloretes gaditanos


“Ni me pinto ni me arreglo / ni me echo coloretes / hasta que venga mi novio de la Feria de Albacete”. Los colores del arco iris se plasmaron sobre el cielo de la tarde gaditana para de manera rotunda decirnos que Dios existe. Pericón, el Beni y Manolo Vargas cantan por Alegrías impidiendo, de manera rotunda, que la pena se instale por la Tacita de Plata. La Perla se templa por Bulerías y las mojarritas bailan alborozadas en la Playa de la Caleta. Dos siglos ya de “La Pepa”. Primer intento histórico y político para que este sufrido país caminara por los senderos de la concordia y la libertad. Evidentemente, tuvo que ser en la Cádiz de la salada claridad -que decía el Poeta- donde tomara forma el primer intento democrático español. La bandera del Juan Sebastián Elcano ondea en el Puerto gaditano y los mares esperan ansiosos los surcos de la españolidad más profunda. Las madres del Barrio de la Viña se persignan cuando salen de sus casas por las mañanas. Las mocitas lo hacen cuando se recogen al despertarse los amaneceres. Juanito Villar se estremece y también lo hacemos nosotros con él cuando canta aquello de: Tu eres la otra, la otra / que a nada tienes derecho / porque no lleva un anillo con una fecha por dentro”. El vaporcito del Puerto cruza la Bahía y los mercantes le tocan a modo de piropos sus sirenas. El Falla se ilumina en noches eternas de comparsas y chirigotas. Nunca pudo nadie mostrar una forma de Cultura popular superior a aquella que cada año nos muestran los gaditanos. “Ni me pinto ni me arreglo / ni me echo coloretes / hasta que venga mi novio de la Feria de Albacete”. Cádiz más que una mano de coloretes –de los que anda sobrado- necesita trabajo para su gente. Nunca la belleza más sublime recibió mayor castigo social y político. Los “cargadores” se afanan en portar sobre sus hombros los pasos semana-santeros gaditanos. Los empleados del INEM sellan las cartillas del Paro que “portan” los “cargadores”. Cádiz es la tierra de España con más hermosos paseos y, lamentablemente, cada día aumenta el número de gaditanos para llenarlos a todas horas. Sevilla siempre se miró en el espejo de Cádiz a través de la ventana del Guadalquivir que se abre y cierra en Sanlúcar. Cádiz, solo se mira a si misma, soñando con la libertad de los mares. Cuando Dios decidió crear Andalucía que duda cabe que la empezó por Cádiz. Es una hermosa muchacha que ni la pintan ni la arreglan ni le echan coloretes. Siempre a la espera de ese novio que viene de la Feria de Albacete y que nunca termina de llegar. Abandonada a su triste suerte pero soñada desde la distancia por los sevillanos que tenemos –o quisiéramos tener- un cuarterón de gaditano. Suenan por Tangos las campanas de la Catedral y nos llena de andaluza melancolía con su estribillo: “Ni me pinto ni me arreglo / ni me echo coloretes / hasta que venga mi novio de la Feria de Albacete”.

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