domingo, 21 de octubre de 2012

Un año de sentida orfandad

“Entre la tristeza y la nada elijo la tristeza” - Faulkner – -

Hoy es 21 de Octubre. Hoy, para mí, no es un día cualquiera. Hoy, concretamente hoy, hace un año que se apagó para la luz de Sevilla doña Encarnación Pelayo Lezcano, mi madre. Un año ya de estrenada orfandad buscándola y buscándome por los sitios sevillanos que frecuentamos juntos. “Se murió la mare mía / ¿Dónde vi a encontrá una mare como la que yo tenía?”. Posiblemente no exista una ciudad en el mundo más madrera que Sevilla. Es mariana, principalmente, fruto del apego de los sevillanos para con sus madres. La Vírgenes sevillanas son por encima de otras consideraciones madres dolorosas y solidarias con el sufrimiento de sus hijos. Son eternamente jóvenes por ser en la juventud donde la suprema belleza alcanza toda su plenitud. Hacen suyo el dolor del mundo que siempre vivió enmarañado en la orfandad más absoluta. El poemario flamenco está repleto hasta la saciedad de referencias maternales. “Maldito sea este sueño / que tan profundo he tenío / que se han llevao a la mare mía / ni siquiera la he sentío”. En la letra de este Fandango queda expresado de manera rotunda lo que representan las madres: “Cuando se muere una mare / se rompen cuatro columnas / y cuando se muere un pare / no se rompe más que una / siendo cariños iguales”. Sensaciones vivenciales que solo encuentran racional explicación en el hermoso terreno de lo sentimental. Madres de la posguerra española con una carga de sacrificio difícilmente imaginable con los cánones que rigen en la actualidad. Mujeres que enterraron su juventud y sus mejores años para conseguir, prioritariamente, que sus hijos salieran adelante configurándose el día de mañana como personas decentes. Ser madre no es tan solo el hecho de parir, sino que lleva implícito una plena y absoluta dedicación al fruto de su vientre. Es un titulo que, en definitiva, serán los hijos en última instancia quienes lo otorguen. Hoy es 21 de octubre y este día mientras me funcione la memoria siempre será para mí un día especialmente triste. Cuando alguien, como mi madre, estaba a punto de cumplir los 99 años de edad lo natural era decirle definitivamente adiós a la vida. Si además mueres en paz con Dios y las personas pocos motivos existen para una aflicción permanente. Pero también es verdad que el traje de la orfandad no le sienta bien a casi nadie. Un emocionado recuerdo para quien tanto representó en mi vida. Recordarla en los ojos de la Candelaria o el talón divino del Señor de Sevilla es conseguir que renazca cada día. Hoy, precisamente hoy, es 21 de octubre y hace un año que subió a los cielos. El mejor homenaje que puedo hacerle es ser, en definitiva, merecedor de su aprobación y complacencia en mi comportamiento. Luchemos para que el sacrificio de nuestras madres haya merecido la pena y que la Madre Sevilla acoja con su manto celeste a ellas ya ausentes y a nosotros, todavía presentes.

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