Lo dice el refranero español que solo se equivoca cuando los españoles nos conjuramos para que se equivoque: “Noviembre 30 días trae, con abril, junio y septiembre; de 28 solo hay uno y los demás 31”. Hoy concluyen los 31 días que le tocan a este desosegante Octubre del 2012. Desosiego que nace de la incertidumbre de si los meses que están por llegar serán de su “misma cuerda”. Somos los “Hijos del agobio”. Las luces de neón de las grandes ciudades parpadean cuando se apagan las de los despachos de políticos y banqueros. Las olas de los mares rugen estos días celebrando que los veraneantes tardarán algún tiempo en volver de nuevo. Pronto ya será el tiempo del mosto nuevo y esto, por estas tierras, siempre ha sido una excelente noticia. El legado de Miguel Hernández ha llegado a Quesada (Jaén) el pueblo natal de su mujer. “Andaluces de Jaén aceituneros altivos…”, que escribió el Poeta de Orihuela. Parece ser que en su tierra no hay fondos para su mantenimiento. Triste época esta donde los falsos oropeles se engullen a los Poetas. El mes que nos espera a la vuelta de la esquina empezará rindiéndoles pleitesía a santos y difuntos que, en no pocas ocasiones, viene a ser lo mismo. Octubre es el mes donde el tardío verano se nos muere definitivamente dando sus últimos coletazos. Las noches ya no se hacen de rogar y las tardes se nos mueren lánguidas pero inexorablemente. “Aquellas pequeñas cosas”, que magistralmente nos cantaba Serrat y tomaba forma poética en la pluma de José Luis Tirado, son las que nos mantienen en pie. Los 31 momentos que en forma de días nos propuso Octubre ya forman parte de nuestra memoria sentimental. Toca sacar de los armarios y roperos ropa de abrigo para salvaguardarnos del frío en cuerpos y almas. Los días por llegar siempre, invariablemente siempre, serán los mejores por aún no haberlos consumidos. Un día le preguntaron a Woody Allen si consideraba interesante el futuro, respondió: “Es lo más interesante pues representa los día por vivir”. Los gastados, con su compendio de luces y sombras, yacen inertes mecidos por los aires de la memoria de cada uno. Las sendas que aún nos queden por recorrer siempre serán las más hermosas. La vida como las agujas de los relojes siempre avanza hacia lo que está por venir. Las 31 velas de Octubre ya han sido apagadas por la “Rosa de los Vientos” (“Como pesar 130 kilos y salir corriendo…en clave candelaria”). Las “Penélope” se llevaron todo el verano sentadas en la Estación sin que aparecieran sus amantes (había huelga de ferroviarios). Al marcharse octubre mis nietos ya tienen 31 días más y yo 31 días menos. Tecleo el ordenador mientras que por la ventana de la cocina me entra un olorcillo a puchero de mi vecina que alimenta. “Vecina dame limones / dame sal y perejil / toma este beso de cal y jazmín”. Se acaba Octubre y sus 31 episodios ya forman parte de la novela de la vida. Mañana será otro día y un servidor –previa autorización del Señor de Pasión y la Virgen de la Candelaria- estará por aquí para gastarlo y también contarlo.
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