Guardaron la luna en
un cofre dorado.
Los sueños dormitaban
en manos del Lorazepam.
Tenían años de más
e ilusiones de menos.
Conjugaban con dificultad
el fuimos, el somos y
el seremos.
Los libros permanecían
inertes en una biblioteca
cerrada a cal y canto (de libro).
Esperando el roce de una
mano amiga cerraron los ojos.
El aire les traía aromas
de pan recién hecho y
sonaba a lo lejos
la flauta del afilaor.
Respiraron profundo
y se conjuraron para
gastar su último
periplo existencial.
(de “Las Siete Revueltas” – 2011)
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