viernes, 17 de mayo de 2013

Los fundamentalistas



De los tres conceptos que nos da la RAE para interpretar el “Fundamentalismo” los dos primeros hacen alusión a sus espurios orígenes religiosos y el tercero dice textualmente: “Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida”. Aquí se puede aplicar perfectamente a posicionamientos religiosos, políticos, sociales, deportivos….o de cualquier índole. Pero incluso entre el “gremio” de los fundamentalistas los hay permisivos y radicales. Algunos prefieren quedarse en la frontera de la acción con los “sables envainados” y otros los sacan a pasear para cortar cabezas. Todo aquel que no piense íntegramente como ellos representa el enemigo a batir.  Si algo te va enseñando los años vividos es a no caer ni en la intransigencia ni tampoco en el falso discurso de las verdades absolutas. Respetar las ideas de los demás es el mejor antídoto para que respeten las tuyas. A pesar de que muchos piensen lo contrario y también, como no, de la Santa Inquisición, creo que Sevilla no ha sido en exceso una ciudad fundamentalista (aquí durante un periodo de la Historia convivieron tres religiones de distinta configuración). Posiblemente más que fundamentalista esta sea una Ciudad bastante dada a las contradicciones. Mi ya larga trayectoria de sevillano militante no hace más que confirmarme que esta tierra, en sus aspectos más negativos, es patria de “figurones” y “trepas”. En definitiva sentirse “alguien” en el organigrama social y político de la Ciudad representa el sueño de no pocos sevillanos. Afortunadamente cuando se es tan proclive a los “bandazos” el fundamentalismo ni está ni se le espera.  Bastará un cargo de cierta relevancia para cambiar ipso-facto el “Digo” por el “Diego” (franquistas puros y duros del ayer hoy reciclados en “socialistas de toda la vida”).  Palco en la Maestranza y/o en San Francisco, Caseta de Feria y Carreta rociera representan, para muchos, el culmen de las conquistas sevillanas.  De todas formas todos estos defectos resultan menores comparados con el fundamentalismo más radical (el mismo que ha propiciado desde el País Vasco el asesinato de cientos de victimas inocentes, llenando de luto todos los rincones de España). Propiciar el dialogo desde la argumentación y la duda razonable es tan noble como necesario.  Aprendemos escuchando argumentos sólidos y bien razonados independiente de la ideología de quien los exponga.  Parecería como si el asumir algo que vaya en contra de nuestros postulados fuera una especie de herejía.  Tiempo este que nos ha tocado vivir donde predominan los gritos sobre los susurros. Intentemos no ser la diana dialéctica de los fundamentalistas para así despojarlos de su falsa investidura. Necesitan cómplices para sus perversas andanzas y es nuestra noble obligación dejarlo solos con sus radicales mensajes. Como cantaba Serrat: “Entre esos tipos y yo hay algo personal”.

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