Lo cantaba primorosamente Sal Marina y decían: “Mayo vino a mi ventana y se fue”. En mi caso particular entró por
mi ventana para quedarse para siempre. Un día 13 del Año del Señor de 1979 me
nació mi hija Alicia. Un día 8 del 2012 llegó a esta Tierra de María Santísima
mi nieta Lola. Por tanto mientras yo viva siempre llevaré a Mayo prendido con
alamares por las paredes del alma. Mayo de Cruces de Corrales de Vecino donde
se le rindió pleitesía al Hijo de Dios de la manera más hermosa, popular y
festiva. De ilusionados caminos rocieros
donde entre pinos y arena se sueña con la cara de la Reina de las Marismas. Mayo de calores en cuerpos y almas donde la
luz se hace tangible en una Ciudad que nació para los días luminosos. De
reivindicaciones obreras en una país donde hasta las abejas (obreras) están sin
trabajo. Dale a un sevillano un día de lluvia y lo dejarás desprovisto de su
alma creada para la claridad de los cielos azulados. Llega Mayo cuando ya se
apagaron los cirios y se marchitaron los claveles pasionarios y las rosas de
pasión. Mientras, Ellos sueñan en sus
altares con que dentro de unos meses se le abran de nuevo las puertas de la Ciudad de par en par. Con
un cielo de farolillos multicolores rotos de tanto gozo durmiendo en
contenedores el sueño de lo hermosamente efímero. Vivimos siempre en un sin
vivir y apresados amorosamente por los sempiternos preámbulos. Aquí lo bueno
siempre estará por llegarnos. Nos parecía que el temple de la Soleá era excesivamente
lento e inventamos la Bulería
por Soleá para acelerarla. Somos los
“Hijos del agobio” y agobiados nos templamos con las luces de Mayo. Nos da el sol de la mañana en la cara cuando
abrimos las ventanas y no existe mayor testimonio de que aún andamos por esta
tierra. Somos felices por lo que fuimos y por lo que otros serán por nosotros. El
presente se retranquea lentamente hacia el pasado y avanza a “paso de mudá”
hacia el futuro. Mayo nos convoca a través de la luz y a esa llamada nunca
daremos la callada por respuesta. El amor llama a nuestra puerta y quien es
descortés con lo amoroso no se merece estar vivo. Mayo vino a mi ventana y se
coló en mi casa para quedarse para siempre. “Florido mayo” en la exquisita y
olvidada pluma de Alfonso Grosso y en las revueltas estudiantiles del Mayo
francés del 68. Mayo devastador de invasiones francesas plasmadas en el pincel
de Francisco de Goya. Mayo cuyo primer
domingo se celebra el Día de la
Madre en una Ciudad que se hizo Madre para cubrir nuestra
orfandad de siglos. Un 5 de Mayo de 1818
nació Karl Marx para explicarnos científicamente quienes nos robaban la
plusvalía que generaba nuestro trabajo. Mayo vino a mi ventana para mostrarnos
sin reservas que él era un número impar, el cinco. Un hermoso preámbulo de la
media docena de rosas, seis, que le tengo prometido por Mayo a la Virgen de la Merced (¡que poco escribo
de Ella!). Al final tenía razón Sal Marina cuando cantaba: “Mayo vino a mi ventana y se fue; le cante
por sevillanas a Mayo y se fue a…Sevilla”
No hay comentarios:
Publicar un comentario