Volver a oír el canto
de la alondra que pone
banda sonora a la noche
inmisericorde de los tiempos.
Ser cómplices de secretos
(unidos en cuerpos y almas)
apresados por el vértigo
de los días y las horas.
Sentir su piel cuando
el amanecer despierta y
los amores desenfrenados
tienen fecha de caducidad.
Oír el rumor de la fuente
con su soniquete de siglos.
Bailar aquella canción
balada eterna de juventud.
Corregir lo incorregible
y negar, de nuevo,
lo evidente. Llamar a
las cosas por su nombre.
Ruborizarnos de nuevo
y, preso de los sentidos,
sentir de nuevo clavada
la flecha de Cupido.
Buscar a Dios en su bondad
y al hombre en su nobleza.
Gastar otra moneda de la vida
….volver a empezar de nuevo.
(de “Las Siete Revueltas” -2011)
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